Entender que la Copa Libertadores es un torneo complejo, lleno de factores ajenos a lo futbolístico, aguerrido y competitivo es tan fácil como caer en el juego de la ilusión. Atlético Nacional despierta hoy entre sus seguidores esa sensación de: “Y si no es ahora, ¿cuándo?”; “ Si con este equipo no es, ¿entonces con cuál?, y preguntas por el estilo. La realidad es que cada partido que vemos de esta máquina verdolaga -porque todo hay que decirlo, es una máquina de variables, de fútbol, de propuestas, de táctica y velocidad- genera cierta ilusión que debe hilarse muy delgado para no caer en confianzas ni agrandamientos. El de ayer ante el histórico Peñarol, cuyo fútbol quedó en eso, en historia, fue un partido complejo, con un rival que vino a especular, guardarse y esperar a ver qué pescaba si se le presentaba un río revuelto. Atlético Nacional propuso fútbol desde el vamos, con varias aproximaciones que no llegaron a feliz término, sin embargo “ El Manya” con cada minuto que pasaba se sentía más cómodo en la grama del Atanasio Girardot con su doble línea de 4, inclusive a veces defendiendo con 9 hombres ubicados por detrás de la línea de la pelota. Los espacios no se daban, cada vez era más difícil traspasar el cerco defensivo montado por el “Polilla” Da Silva. Sin embargo, una jugada de otro partido, el tiro de Bocanegra en el segundo tiempo y un gran gol para él, confeccionan otro partido. A partir de ese momento los uruguayos entienden que hay que proponer, sin entender por qué no lo habían hecho antes. Los espacios se crean y las gacelas comienzan a divertirse. Ibarbo, Marlos Moreno y Copete fueron de nuevo demoledores, con un Guerra y un Sebastián Pérez respaldándolos. El segundo gol llega fácil: un contragolpe letal, yo te la doy, freno implacable, tú me la devuelves, y adentro, para seguir consolidando a este jovencito Marlos Moreno como una de las figuras no sólo del equipo, sino del torneo continental. Con el marcador a favor: tiempo para variables, tiempo para confundir más al rival y experimentar otras cosas. Macnelly Torres ingresa enchufado y propone más colectividad. Un par de movimientos más se generan dentro de la cancha. Reinaldo Rueda sabe lo que hace, y este equipo le permite hacer cosas que no se habían visto con la exitosa versión de Juan Carlos Osorio. Fin del compromiso, un gran resultado que permite liderar la tabla del grupo 4 que comparte con equipos que la verdad no han ofrecido mayor cosa, aunque eso no es culpa de Nacional, y permite que el hincha hoy amanezca diciendo: ¿Será que me ilusiono? ¿Será que puede ser esta vez? La ilusión se consigue gratis. Es fácil obtenerla. Dicen que es mala. Sin embargo este gran Atlético Nacional, entiendo que el camino es “largo y culebrero” y que la confianza en exceso es perjudicial, puede regalar grandes alegrías a toda su hinchada y al país. Y si es gratis, entonces ilusionémonos. Por: Iván Liévano Martínez // Twitter: @ivanlievano
Actualizado: enero 25, 2017 12:00 p. m.