No importó ni la larga espera, ni la lluvia que amenazó con aparecer, ni el hambre. Los capitalinos le cumplieron a Pékerman y sus muchachos.
Y no fueron solo aquellos que salieron a saludarlos a las calles. También las 35 mil almas que llegaron desde tempranas horas al estadio El Campín para corear vivas a la tricolor.
Los niños fueron figuras centrales del acto y con sus cartas y palabras enternecieron a jugadores y cuerpo técnico.
Al final todos los asistentes salieron contentos, no solo por haber visto a las figuras del equipo, sino porque pudieron expresarle su orgullo y agradecimiento por la representación que hicieron del país.
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