Carlos Sánchez es el personaje del día en la Copa América. Juega en el Valenciennes francés y es admirador de Claude Makelele.
Lo es, primero, por cerrar el pasillo a Lionel Messi. Segundo, por la forma con la que le trató. Sin violencia y con juego limpio. Su seleccionador, Hernán Darío Gómez, incluso le advirtió antes del juego: "cuidado con las patadas, no le ‘aporrees'".
Gracias a ese marcaje zonal y escalonado, al muchacho nacido en Quibdó el 6 de febrero de 1986 le pudo haber cambiado la vida.
Su precio de mercado, antes del torneo, era de 3,7 millones de euros según la valoración de Transfermarkt. Y Olympiakos en Grecia, parece que va a ser su próximo destino en cuanto acabe la Copa América. Un premio añadido a su presencia en Argentina, tras superar hace un año una grave lesión.
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Hoy después de su desgaste ante Argentina es un poco más famoso. Aunque él destaca al grupo, la familia que dice es su selección, por encima de todo. "Dios los bendiga, hoy somos todos Colombia", escribe Carlos Sánchez a su gente cada vez que juega en esta Copa América.
Lejos quedan ya los tiempos difíciles. De familia muy humilde, él nunca jugó en Colombia a nivel profesional. Un breve paso por la escuela de fútbol de Alexis García en Medellín. Y enseguida, un salto a Uruguay, a Danubio en juveniles y luego al River Plate de Montevideo. Y finalmente en su equipo actual el Valenciennes.
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El súper DT
El Bolillo Gómez es también gran vencedor de este duelo contra Argentina. Por su educación y sencillez. Y por respetar al número uno del mundo, demostrando que también se le puede parar sin agresiones. Mereció ganar este miércoles Colombia a Argentina pero Gómez no sacó pecho en ningún momento. El técnico también agradece que Messi se levante rápido si le tiran. Eso le ensalza aún más. Y por eso es el número uno a ojos del mundo.