Debe de ser muy iluso quien crea en estos tiempos de consumismo extremo que un jugador cambia de equipo solo por amor. Tal vez haya alguna excepción, pero aquí lo que importa es la plata, incluso más que los goles. Tal premisa -sujeta a crítica de los románticos- salió a relucir hace poco en boca de Johnnier Montaño, por si acaso, una más de las tantas promesas perdidas del fútbol colombiano. El jugador, hastiado de la crisis económica de Alianza Lima, detalló la pobreza de su exequipo y sentenció tranquilo, como debe ser, lo que siente: “Desafortunadamente, uno juega por la plata, ¿no?”. Valoro la sinceridad de Montaño. No es poca cosa. No muchos tienen esa gallardía de expresar la verdad sin pensar en los prejuicios ajenos y propios. Es preferible su franqueza a ver más jugadores que besan una camiseta con amor y poco después besan otras con más intensidad y sin mayor explicación. No hay ningún problema en jugar por dinero, vale decirlo. El sueño del futbolista colombiano es ir al exterior y ganar mejor y eso hace parte de la superación. Pasa en todos los lugares en los que se paga menos por el talento. Johnnier Montaño hace lo de cualquier empleado, tal vez como usted: trabaja y cobra. Lo grave es que actuar con más compromiso y sentido de pertenencia se está convirtiendo en una utopía para los futbolistas. Pedirles más sinceridad justifica este llamado de atención. Los jugadores dicen hasta la saciedad que los partidos son difíciles, que apoyan al técnico, todos juran que dan lo mejor de sí en la cancha, donde a cada rato fingen dolor y faltas… todo al final es una repetición de lugares comunes. A mí me gustaría ver a alguien capaz de desafiar la rutina, sin temor a la censura. “Yo no divido a los hombres en modestos y arrogantes, sino en los que dicen la verdad y los que mienten”, comentó alguna vez Mohammad Alí. Así debería ser. En estos tiempos casi nadie trabaja gratis, sin dinero no se juega bien. Que no nos engañen con falsas lealtades. “Da igual el color de la camiseta que se defienda, lo importante es la persona", acertó a decir Iker Casillas en apoyo a Eric Abidal, hombre necesitado de un trasplante de hígado. Esa sí es una verdad irrebatible. Lo demás es charlatanería. Y es que si se piensa con detenimiento, hasta Seinfeld tenía razón cuando bromeó en un stand up comedy que los hinchas le hacen fuerza a la ropa de un equipo, porque los jugadores se van siempre al que mejor les paga. Las excepciones son solo eso, excepciones. En Twitter: @javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:44 p. m.