Nació en Santa Marta, creció en distintas ciudades de Colombia y hoy en día sus camisetas con el número nueve atrás son reconocidas, deseadas y admiradas en todos los rincones del planeta. Goleador, esto es para vos. Nadie ha celebrado tanto un gol de Falcao como lo ha hecho un colombiano. Por más de que le haya salvado el pellejo al técnico Daniel Passarella cuando, jugando para River Plate, anotó una tripleta ante el Botafogo en la Copa Sudamericana; por más de que le haya dado un campeonato a Diego Simeone y a los de la banda cruzada o, por más de que el Porto haya vuelto a ser un grande de Europa, con un aporte de 17 goles de Radamel en la Europa League –un récord histórico de la competición–, y por más de que el Atlético de Madrid le hubiera dado fin a sus tiempos oscuros en la segunda división con la consecución de la Copa del Rey y la Europa League, de la mano de Falcao, ninguno de ellos ha celebrado tan eufóricamente un gol del ‘Tigre’, como lo ha hecho un colombiano. Los colombianos requerimos de ídolos. La sociedad siempre busca a quién seguir, en quién creer. Sucedió con el ‘Pibe’ Valderrama, con ‘El Tino’ Asprilla, con Juan Pablo Montoya, con Camilo Villegas e incluso con algún tenista, pero las esperanzas se quedaron en eso: en esperanzas. No se trata de menospreciar el trabajo de otros deportistas, pero al colombiano le hacía falta un referente –curiosamente del campo futbolístico– que lograra que las calles se inundaran de pasión y alegría, que Barranquilla se vistiera de amarillo y un partido de la Selección significara paralizar el país entero de inmediato. Octubre 12 de 2012. Esta es la fecha en que, en mi opinión, Falcao selló para la eternidad su estampa de crack e ídolo futbolero en Colombia. En medio del calor de Barranquilla y luego de 45 minutos de fútbol cerrado por parte de Paraguay, el fútbol atractivo de José Pékerman con la ‘tricolor’ encontraba la defensa más difícil de romper hasta ese momento en la eliminatoria. Sin embargo, en el minuto 52 Falcao recibió una pelota al borde del área, enganchó, dejó en el piso al rudo Da Silva y, con pierna zurda, la mandó al ángulo opuesto, dónde el arquero Barreto no llegaba ni con vuelo chárter. La vida le puso obstáculos a Falcao desde pequeño, como si le estuvieran ‘midiendo el aceite’ para comprobar que el samario se convertiría en una leyenda a prueba de fe y trabajo. Su primera gran muralla fue decidirse entre el fútbol de su papá y el béisbol de moda en Venezuela, país donde vivió alrededor de cinco años durante su infancia. Superado esto, Radamel tuvo que dejar su hogar a sus 15 primaveras para trasladarse a La Pensión, una residencia de River Plate en la que convivió con ochenta jóvenes provenientes, como él, de las afueras de Buenos Aires. Una vez radicado en Argentina, el adolescente Falcao se despertaba todos los días y veía con anhelo, desde su ventana, un costado del estadio Monumental, en donde luego forjaría uno de los ciclos mas importantes de su carrera. Además, mientras sus compañeros se iban de vacaciones para sus casas, él se quedaba solo, en un lugar lleno de sueños. Mientras todos querían salir a conocer la vida cosmopolita del gran Buenos Aires, Falcao se iba a orar a la capilla, para tratar de sembrar la semilla del cristianismo en el equipo de la banda cruzada. Antes de cumplir 19 años de edad, Falcao García tuvo tres graves lesiones: un tobillo operado, una pubalgia y un ligamento cruzado. Pero como Radamel no tiene limites, las pudo superar sin contratiempos y en su debut como titular ante Independiente anotó y el estadio Monumental conoce, por primera vez, los zarpazos que era capaz de dar el ‘El Tigre’. Luego, llega la historia que ya conoce el mundo futbolístico entero. Falcao pasó la prueba y ahora todo sería éxito para él: goleador histórico de la Europa League, goleador de una final europea con Porto, dos goles en su segunda final europea con Atlético, tres goles en su tercera cita en la Supercopa europea ante el Chelsea. “Falcao no tiene techo”, decían, ¿acaso el cielo tiene un principio y un fin?. En el cielo, ahí está Falcao, y por más de que no haya integrado las filas de la Selección Colombia para el Mundial de Brasil, por más de que hoy en día James Rodríguez sea el referente del fútbol colombiano en el mundo, y por más de que su paso por el Mónaco haya sido doloroso y en Manchester United no haya rugido, Radamel Falcao García le devolvió al fútbol colombiano su baile, su goce y nosotros volvimos a creer que España, Brasil, Alemania, Argentina y los demás, no son tan invencibles y superiores como creíamos. Todo eso sucedió desde que Falcao anotó en el último suspiro ante Bolivía en la altitud de 3.600 metros de La Paz y lo celebró precisamente enviando un mensaje a todos aquellos que todavía no creían en él. Colombia jamás había ganado en el estadio olímpico Hernando Siles, pero con gol de García se logró. Luego, abrió el camino para la goleada 4-0 ante Uruguay en Barranquilla y marcó el gol de la remontada 1-2 en el partido ante Chile en Santiago, encuentro que terminaría 1-3 con anotación de Teófilo Gutiérrez. Sin embargo, la pincelada de oro sería firmada aquel 12 de octubre de 2012 del cual ya habíamos hablado. Tras abrir el marcador y poner en posición ventajosa a nuestra Selección, Falcao decidió brindarle a los colombianos un rugido más y una excusa para emborracharse mientras todos alardeaban que Colombia tiene el mejor centro delantero del mundo en la actualidad. Elkin Soto envió un pelotazo hacia el área contraria, Falcao entre dos defensas controla la pelota, se deshace de sus marcadores y ante el arquero paraguayo decide picarle la pelota por encima, para dejarlo ardido de la impotencia. Después de esa anotación la cámaras del Gol Caracol registraron a un eufórico Carlos Valderrama gritando a todo pulmón “¡qué golazo tan hijueputa!” y cuando todos perdíamos la voz, él, Falcao García se devolvía para el medio campo mirando al cielo y agradeciéndole a su mejor amigo, a Dios, por iluminarlo esa tarde. Pero la vida no es fácil. Luego de anotar dos penaltis definitivos contra Chile en Barranquilla y empatar 3-3 un partido que en medio tiempo perdía Colombia por tres goles a cero, después de asegurar de esta forma la clasificación luego de 15 años sin clasificar a un Mundial de fútbol, Falcao tendría que perderse la fiesta y cederle el protagonismo a James Rodríguez, quién no desaprovechó la oportunidad. Falcao volverá, será figura de la Copa América y desde algún equipo europeo hará nuevamente historia. Esta temporada simplemente es una prueba más que le pone la vida antes de su consagración final. Un hombre de fe, un deportista serio y disciplinado está a punto de convertirse en un genio eterno y nosotros seremos los afortunados de presenciarlo. Gracias Radamel. Gracias Falcao. Te esperamos de vuelta y sabemos que tienes preparada una fiesta para Colombia y un par de trucos de magia más para los amantes del fútbol. Por: Constantinos Papailias // Twitter: @locogreek
Actualizado: enero 25, 2017 12:02 p. m.