El Getafe logró un gran partido ante el Espanyol, ganó 2-1 al ritmo de Pablo Sarabia y Jorge Sammir, y sumó tres puntos muy importantes para alejarse de los puestos de descenso y frenar la euforia del rival.
Ambos jugadores dieron una lección de fútbol en el Coliseum Alfonso Pérez, acostumbrado esta temporada a partidos tediosos y con resultados pobres para un equipo que desde hace varios años no consigue ofrecer un espectáculo digno de otros tiempos mejores.
Pero la victoria del Getafe también se cimentó en el nuevo orden que impera en el cuadro de Quique Sánchez Flores. El técnico madrileño ha conseguido sacar partido a una plantilla que parecía destinada a jugar solo a base de narices, empuje y físico.
Y es que sus jugadores parecen saber a lo que juegan cuando el curso ya ha pasado su ecuador. A base de trabajo, de mucho método y de paciencia, el Getafe ya es un equipo. Es capaz de ganar a clubes como el Sevilla, de plantar cara al Valencia en Mestalla y ahora al Espanyol, muy de moda últimamente por sus actuaciones, sobre todo en Copa del Rey.
En descarga de los hombres de Sergio González es de justicia destacar tres bajas que tuvieron y que forman parte de la columna vertebral del cuadro catalán. Sin Sergio García, Víctor Sánchez y Diego Colotto, el Espanyol perdió mucho peso tanto en la zona de creación como la de ataque. El Getafe se encargó de sacar partido a esa debilidad.
La insistencia ofensiva del Getafe en el primer tiempo tuvo su premio con el gol de Sarabia en una jugada que inició el omnipresente Sammir y que acabó en la red del Espanyol tras un centro de Alexis Ruano. Su tanto fue un premio justo a una primera parte perfecta del Getafe, que noqueó a un rival desconocido y ausente.
En la reanudación, el testigo de Sammir lo recogió Sarabia para unirse al carrusel de lindezas que mostró su compañero en los primeros 45 minutos. No tardó en enseñar la mejor acción de todo el encuentro, la del segundo gol que sentenció al Espanyol.
Desde la banda derecha, se deshizo de Paco Montañés y de Rubén Duarte con un regate estratosférico con el que llegó a la línea de fondo para que Álvaro Vázquez fusilara a Casillas. Ahí se acabó el partido para el Espanyol, que tuvo dos ocasiones en las botas de Lucas Vázquez que Jona se encargó de anular con un par de buenas paradas.
Con treinta minutos por delante, el Getafe dedicó su tiempo a disfrutar como no lo ha hecho nunca este año. Jugó tranquilo, se gustó y sacó tres puntos de oro que le alejan del descenso. Solo el golazo de Arbilla al final incomodó al cuadro madrileño. Sufrió tres minutos, pero ganó gracias a dos nombres propios: Sammir y Sarabia.
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