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La Selección de Inglaterra busca revancha del día que Croacia los humilló en Wembley

El escenario fue el mismo que medirá a Inglaterra y Croacia este domingo y en el que una victoria inglesa les llevará a semifinales, un empate les mantendrá y una derrota los descenderá. El nuevo Wembley, inaugurado unos meses atrás.

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AFP

Con Inglaterra jugándose la clasificación a semifinales de la Liga de Naciones y al mismo tiempo un hipotético descenso, en la memoria de todos los británicos se reproduce la lúgubre noche del 21 de noviembre de 2007.

El escenario fue el mismo que medirá a Inglaterra y Croacia este domingo y en el que una victoria inglesa les llevará a semifinales, un empate les mantendrá y una derrota los descenderá. El nuevo Wembley, inaugurado unos meses atrás, marcó la historia.

El césped estaba mal y llovía en Londres, rezaron las crónicas de la época. Inglaterra era por entonces un equipo con dudas, con un Steve McClaren en el banquillo que impuso autoridad a base de descartes y que puso la cruz para el partido definitivo a David Beckham y a Paul Robinson, portero habitual de la selección.

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El combinado llegó al último partido de la clasificación a la Eurocopa de Austria y Suiza con la necesidad de sumar un empate para no faltar al máximo trofeo continental por primera vez desde 1984.

El camino hasta la cita final en Wembley fue pedregoso y resbaladizo para una selección sin un rumbo claro y con futbolistas que a día de hoy sorprende que llevaran aquella camiseta. Como muestra, el revulsivo para intentar rascar el agónico pase aquella noche fue Darrent Bent. Con 12 partidos internacionales y cuatro goles finalizó su carrera en la selección.

Un ridículo empate a cero en Mánchester contra Macedonia, seguido de una derrota en Croacia y otro reparto de puntos sin goles en Israel levantaron las alarmas de un McClaren que había llegado de emergencia como sustituto de Sven-Göran Eriksson después del Mundial de 2006.

Los ingleses, atizados por la prensa, se repusieron con cuatro victorias consecutivas, pero se desmoronaron ante el rival que lucía como su máxima oposición por alcanzar un puesto en la competición final. Rusia, a la postre semifinalista del torneo.

Inglaterra quedó contra las cuerdas y una inesperada victoria israelí contra Rusia lo dejó todo en manos británicas. Un empate ante Croacia los llevaba al torneo continental.

El golpe fue tremendo en un Wembley a reventar.

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90.000 personas presenciaron cómo Croacia, ya con un joven Luka Modric en sus filas, se adelantó 0-2 en el marcador. Niko Kranjcar anotó y fue secundado por el incombustible Ivica Olic. Eduardo, malograda promesa en el Arsenal, el mítico Darijo Srna, o el clásico Stipe Pletikosa disputaron aquel partido. Ivan Rakitic, con 19 años, dispuso de algo más de seis minutos sobre el verde.

Por el lado inglés, un centro del campo imposible de olvidar con Steven Gerrard y Frank Lampard, este último, autor del 1-2 desde el punto de penalti. Wayne Bridge, Gareth Barry, Micah Richards, Sol Campbell y Joe Cole, retirado esta semana, eran algunos de los elegidos por McClaren para tocar la gloria, pero para acabar quedándose en el barro de Wembley.

El gigantón Peter Crouch, aún perenne en el fútbol inglés, puso el 2-2 e incitó a que los londinenses entonaran el himno nacional. Craso error. Mladen Petric, extremo que pasó por clubes como el Basilea, el Borussia Dortmund, el Hamburgo, Fulham y Panathinaikos, elevó el marcador al 2-3 definitivo.

Croacia se vistió de ogro y, pese a estar clasificada de antemano, dejó a los 'Leones' en casa.

Un balón pinchado, la frase "Fuera" como titular o una imagen de Beckham tapándose la cara fue la reacción de la prensa británica al día siguiente. El Daily Mirror atacó más aún, con intención de hacer daño. "El hombre sin vergüenza", resaltó, en referencia a McClaren.

Este domingo, Inglaterra podrá olvidar por fin aquella pesadilla y recuperar la vergüenza que once años antes, un extremo nacido en Bosnia, pero nacionalizado croata, le arrebató. 

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