Decir que Juanma Lillo es un técnico de culto es encaminarse por definiciones minimalistas y descontextualizar a un personaje que, por su aporte al fútbol como mentor de ‘Pep’ Guardiola e ‘inventor’ del hoy popular 4-2-3-1, merece una discusión extensa y en línea con su forma de entender el juego. Disecar a Lillo y reducirlo a una lista de virtudes sería, de entrada, no comprender al personaje. A Propósito de Juanma Lillo Vargas Llosa, el Nobel de Literatura, explicó en su libro “Cartas a un Joven Novelista” que una novela no se puede dividir, más que para analizarla y a sabiendas de esta realidad, en sus componentes de estilo, estructura temporal, narradores y demás… Similarmente, Juanma Lillo ve el fútbol, no como la simple suma de sus partes, sino como un sistema complejo de interacción entre 22 futbolistas (cada quien con su propia personalidad y contexto) y un balón, desarrollándose como un conjunto sobre la cancha. Podríamos hablar de su pasado, de los equipos que ha dirigido y como a los 29 fue el técnico más joven en dirigir en primera división de la liga española, pero esto poco nos podría decir sobre la persona. Para entender a Lillo es mejor arrancar por explorar una situación de juego de un partido. Por ejemplo: el gol de Freddy Rincón ante Alemania en el Mundial del 90. ¿Recuerdan la jugada? El rival intentaba avanzar por la punta izquierda. Un atacante se abrió hacia la banda y fue perseguido por un colombiano quien intentaba evitar el desborde. Un compañero le cubrió la espalda y Leonel Álvarez se sumaba para cerrar el camino hacia adentro del campo: tres contra uno. Colombia recuperó la pelota y salió jugando por su costado derecho. Tras dos pases ágiles a ras de piso, Valderrama recibió cerca de la línea del medio, de espaldas al frente de ataque y bajo presión inmediata de un rival. El ‘Pibe’ aguantó la pelota, retrocedió la jugada dos metros y giró hacia la banda por donde venia la jugada para luego avanzar y buscar el apoyo de Rincón quien recibió apurado por el marcador de punta Alemán, tocando de primera y, como su compañero apenas segundos antes, giró y buscó el espacio por la banda. Espacio que antes no existía. El ‘Pibe’ recibió un segundo pase con panorama y tiempo suficiente para aprovechar la carrera de Rincón y proyectar el balón de forma que le permitiera a Rincón seguir avanzando la jugada hacia el arco rival. El resto ya lo sabemos de memoria. Lo que este recuento intenta explicar es cómo cada parte del desarrollo de la jugada forma parte de la situación de gol. Reducir nuestro análisis a “una genialidad del pibe” o a una “gran definición de Rincón” es cerrar nuestra perspectiva a cosas tan importantes como los desmarques, el toque de primera, la recuperación del balón y los relevos defensivos. A Lillo le gusta ver las cosas en su totalidad y en su contexto. Por esta misma razón se quita protagonismo. Un técnico es parte de un engranaje donde también hay jugadores, rivales, decisiones por tomar. La tarea de Lillo no es darse importancia sino nutrir la toma de decisiones de sus jugadores en el campo y equiparlos con las herramientas para elegir el mejor camino hacia el gol. ¿Importan las formaciones? Si, pero son tan solo el punto de partida de un juego donde los espacios se ocupan dejando otros vacíos, donde la movilidad y los desmarques, más que la foto al darse el puntapié inicial, indican cómo, cuando y por donde llevar la jugada. Estilo de Juego Lillo llega a Millonarios no para hacer una revolución, sino para llevar a cabo una evolución futbolística. Aunque no es de esperar que seamos como el Barcelona de Guardiola ni que regresen los tiempo del ‘Ballet Azul’, pues ahora mismo no cuenta el equipo con estrellas a la altura de aquellos equipos, si hay rasgos específicos que podemos mencionar a sabiendas, de nuevo, de que cada elemento de sus equipos funciona con los otros y no por aparte. Hernán Torres estableció el toque, el balón a ras de piso y la posesión del mismo como prioridades de su Millonarios. A esto, Lillo probablemente agregará más y mejor juego por los costados. Millos por fin aprenderá a superar la presión de sus rivales y a recuperar la pelota con todos sus hombres, presionando a su vez la salida del rival para recuperar el balón lo más ‘arriba’ posible. También, veremos desmarques hacia atrás, hacia los costados y mucha movilidad. La salida limpia desde atrás y por abajo seguirá perfeccionándose. Podríamos ver, aunque con el plantel actual no parece muy probable, una defensa de 3. El cambio más importante se verá en los jugadores. Al equiparles con mejores herramientas de decisión y un mejor entendimiento del juego, de los espacios y el contexto de las jugadas, Lillo dará a los jugadores la posibilidad de elegir mejor, de equivocarse menos, y de ser pacientes para construir el gol, que siempre es el objetivo (no la posesión, que sirve para ‘defenderse con el balón’ pero no es un fin en si misma ni gana partidos por si sola). Efecto Pékerman Aunque la situación es distinta (Lillo remplaza a un DT. de muy buen desempeño), es posible que la cultura futbolística del nuevo técnico (no por ser extranjero, sino por su riqueza conceptual y coherencia) produzcan en Millonarios un efecto similar al producido por José Néstor Pékerman en la Selección Colombia. Sin embargo, como estratega, como líder, como motivador y formador, Lillo tendrá que valerse ante la opinión pública y ante sus jugadores en el corto plazo. Es posible que algunos medios lo antagonizen, pues Lillo no dudará en corregir a quienes le hagan preguntas simplistas. Por otra parte, el nuevo técnico embajador encontrará a su favor la fuerte localía del conjunto capitalino y uno de los mejores planteles del certamen local. Ojalá, también algunos refuerzos. Por: Stany Sirutis (@RetoricaFutbol ) Este post se publicó originalmente en: http://retoricafutbol.com/2013/12/03/lillo-millos-y-vargas-llosa/
Actualizado: enero 25, 2017 11:58 a. m.