Suárez quiso tranquilizar a los aficionados y aseguró que no volverá a protagonizar conductas como el mordisco que le propinó al italiano Giorgio Chiellini durante el pasado Mundial.
"Que los fans estén tranquilos; no se volverá a repetir", aseguró Luis Suárez, quien ha recordado que ya pidió "perdón a todos" por su acción, que acepta la sanción que le impuso la FIFA por ello y que está siendo tratado por "profesionales adecuados" para acabar con este comportamiento reincidente.
"Quiero borrar lo que ha pasado, no quiero pensar más porque si no no podría dormir, y ahora, como jugador del Barcelona, duermo muy bien. Es duro estar otros dos meses sin jugar, pero ya lo asumí, ya lo acepté, y ahora estoy mentalizado en entrenarme hasta que pueda reaparecer a finales de octubre", explicó sobre su sanción.
Suárez reconoció que no poder jugar con el Barça hasta dentro de dos meses "duele", pero los nueve partidos de sanción que le impuso la FIFA con Uruguay "duelen aún más", porque no podrá representar a su país en la próxima Copa América.
El punta charrúa sí puede, en cambio, disputar amistosos, y los tres programados por su selección entre septiembre y octubre próximos contra Japón, República de Corea y Arabia Saudí serían "una excelente posibilidad" para que Suárez vaya cogiendo ritmo de competición, reconoció Andoni Zubizarreta, director técnico del Barcelona.
Zubizarreta explicó que el club lleva "dos años" siguiendo a Suárez, al tratarse de "uno de los delanteros de referencia en el mundo", un jugador "de combinación y gol" del que también ha destacado su "afán competitivo".
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El vicepresidente deportivo del Barcelona, Jordi Mestre, ha dado los detalles de la operación: 81 millones de euros para el Liverpool, que empezó pidiendo en las negociaciones, que arrancaron antes del Mundial, 94 millones, la cláusula de rescisión del jugador.
Mestre ha querido agradecer a Luis Suárez, cuya cláusula de rescisión como azulgrana será de 200 millones de euros, "haber elegido el Barça, pese a tener mejor ofertas de otros clubes".
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Para el uruguayo, en cambio, la elección fue lo más fácil: "Jugar en el Barcelona es un sueño que tengo desde chico. Todos saben que mi señora y su familia viven acá y que yo venía a ver partidos al estadio y soñaba con jugar algún día en este club, aunque lo veía como algo muy lejano. Por eso, cuando supe del interés del Barça, ni me lo pensé. Todavía estoy que no me lo creo".
Este lunes se estrenó en el Camp Nou, al jugar el último cuarto de hora contra el León mexicano en el Trofeo Joan Gamper. "Nunca había jugado un partido acá, ni con mis otros equipos y fue una sensación muy linda", destacó.
Desde el banquillo pudo ver la conexión entre Messi y Neymar -"me daban ganas de aplaudirles", confesó- y el nivel exhibido por algunos de sus nuevos compañeros no hicieron más que confirmarle que, en el Barcelona, será uno más entre tanto 'crack'.
"¿El fichaje estrella? Para mí, las estrellas están en el cielo. Hay jugadores importantes y claves que ya están acá, y yo vengo a ayudar y aportar", apuntó Luis Suárez, que se ve preparado para jugar "en cualquier posición de ataque", algo que recuerda hacía en el Liverpool.
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En el vestuario azulgrana le recibieron con los brazos abiertos -"es como una gran familia", destacó- y volver a ejercitarse cada día con los compañeros "hará que la sanción se pase más rápido".
Sabe que, con sus antecedentes, a partir de ahora le van a mirar con lupa, pero dice aceptarlo con naturalidad: "Estoy preparado para cualquier cosa".
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Suárez solo quiere mirar al futuro. El objetivo, llegar en plena forma al 25 de octubre y poder reaparecer en el clásico contra el Real Madrid ese mismo fin de semana.
Sabe que, ahora mismo, no está físicamente al cien por cien, pero le preocupa más la ansiedad que le puedan generar tantas semanas de espera.
"Lo único que me duele son los pies de no tener puestos los zapatos de fútbol", respondió irónico cuando le preguntaron si la inactividad le había ocasionado algún problema físico.