Clones modernos de la magia de los dos mayores astros de todos los tiempos, cierto es que el delantero argentino del Barcelona llega como rey absoluto del fútbol, mientras que la joven perla del Santos brasileño es por ahora uno más entre sus príncipes herederos.
Pero toda historia tiene sus guiños y, en esta ocasión, conducen a la discusión más primigenia entre los aficionados de este deporte. Maradona o Pelé, Pelé o Maradona.
El yin y yang futbolístico, un duelo que nunca se llevó a los estadios, pues el ocaso de la carrera de uno coincidió con el auge del otro. Pero ese choque imaginado por muchos al fin podría ser realidad, en otros nombres, en otro tiempo.
Son ellos, más que ellos y aún lejos de ellos. Las gambetas de 'La Pulga' rememoran las del 'Barrilete cósmico', incluso al versionar goles míticos como la 'Mano de Dios' o el eslalon imposible contra Inglaterra. Aquel Mundial de Diego queda lejos para Leo, cuyo palmarés a nivel de club, en cambio, es inigualable.
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Joya de La Masia culé y estandarte del considerado mejor equipo del mundo, Lionel Messi (Rosario, 1987) llega al Mundialito como campeón de su tercera Liga de Campeones, directo a su más que probable tercer Balón de Oro consecutivo y pulverizando todo récord individual y colectivo con el Barça.
El fútbol de salón de los catalanes, empeñados en cada partido en reinventar el mayor espectáculo jamás visto, ha aupado a ese argentino tan parco en las palabras como fascinante sobre el césped, a un Olimpo en el que con 24 años ya se codea con la historia.
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Es 'Pichichi' liguero junto a su 'alter ego' Cristiano Ronaldo con 17 goles, 16 de ellos en el Camp Nou. En solo medio curso ha igualado su mejor registro anotador como local y, en el global del año, suma Champions, Liga y Supercopas europea y española, con el punto de mira a su segundo Mundialito, que ya ganó en 2009.
No es el único que juega a ser Dios. En las fintas de Neymar, en esa magia encapsulada en un cuerpo diminuto capaz de engañar a un rival sin ni siquiera rozar el balón, a veces es fácil reencontrarse con la fantasía de O'Rei Pelé, incluso en la alegría de un país emergente que uno nunca abandonó y el otro se resiste a dejar.
Pese a ser el último diamante en bruto en disputa entre Barça y Madrid, Neymar da Silva (Mogi das Cruzes, Sao Paulo, 1992) de momento y hasta 2015 tratará de llevar al Santos brasileño a la gloria mundial, como hiciera Pelé en los años 70.
Aunque a sus 19 años parezca estar más pendiente de menear la cadera al ritmo de la música, este delantero dicharachero y escuálido, de cresta inverosímil, empieza a sentir el peso de un país sobre sus hombros.
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Este año ha llevado al Santos ha ganar de nuevo una Copa Libertadores tras casi medio siglo de sequía en la máxima competición continental, y Brasil ya lo acuna como la esperanza para recuperar su lugar merecido en el Mundial que acogerán en 2014.
Por todo ello, la próxima cita en Japón ofrecerá la posibilidad de evaluar al sucesor de Pelé o de equiparar la figura de Leo respecto a Diego. Algo que no ha pasado desapercibido entre sus predecesores, que poco han tardado en traspasar sus irreconciliables rencillas a ese esperado lance entre sus respectivos ahijados.
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"Neymar es mejor que Messi", ha apuntado Pelé en los últimos días, una osada afirmación que Maradona ha replicado con su ironía habitual: "Pelé ha debido tomarse la medicina equivocada. Neymar es bueno, pero nunca sería capaz de igualar a Messi".
En todo caso, si bien en el césped parecen calcos de aquellos genios, fuera de él rehuyen de tales guerras dialécticas. "Me siento halagado por las palabras de Pelé, pero no existe nadie igual a Messi. Es el mejor del mundo", ha dicho Neymar. El príncipe se rinde al rey. En unos días, tratará de derrocarlo, bajo la atenta mirada de sus equipos. De sus países. De los dioses del fútbol.