Son poco precavidos aquellos que profetizan el éxito de Nacional en apenas el inicio de una competencia en la que basta un traspié para quedar eliminado. Demostrado el potencial que tiene el plantel, a Nacional le toca desde ahora cargar con el peso del favoritismo y mantener el rendimiento. Lo único que ha ganado Nacional hasta el momento es presión para responder a las expectativas, lo cual, vale decirlo, demostrará a la postre su jerarquía. El equipo ha sido superlativo y va en progreso. Está jugando muy bien con futbolistas que buscan el gol espontáneamente. El Nacional de hoy se disfruta, se goza. Goleó al Cali y al Chicó 4-0; venció a Millonario s con un equipo suplente;derrotó con categoría a Universidad de Chile 2-0 en Medellín y acaba de destrozar a Peñarol, el pentacampeón de la Libertadores, el finalista del año pasado, con un histórico 0-4 en el mítico estadio Centenario. El único que pudo derrotar al cuadro antioqueño hasta la firma de este texto fue Itagüí. Un lunar menor. Actualmente, todos los elogios son verdes, pero la advertencia es que mañana los agravios pueden ser negros. Ese es el gran peligro que debe saber el conjunto antioqueño. Que después de esta ronda de grupos (si se consuma la clasificación, claro está) llegan las series frente a frente y ahí empieza un reto mayor, más exigente. Por fortuna, el técnico Santiago Escobar ha cumplido la misión de ahogar las voces de éxito desmedido. Tras la gesta en Montevideo, el D.T. aseguró rápidamente que hay que mejorar con el paso de los partidos en la Copa y ordenó al plantel que desinfle los globos de celebraciones todavía lejanas. Nacional, con 8 millones de dólares de inversión aproximada para esta versión 2012, alimentó el sueño de volver a figurar en la Libertadores y tiene cómo hacerlo. Ya era hora de que esto pasara, de que dijeran en el exterior que un equipo colombiano deslumbra en toda su expresión desde el inicio del torneo (a diferencia de lo que pasó con Once Caldas o Cúcuta en 2004 y 2007, respectivamente, cuando la máquina engranó más y más con cada reto cumplido). Está muy bien que glorifiquen a Nacional por su “dinámica, velocidad, seguridad interior y exterior”, como manifestó el reconocido periodista uruguayo Alberto Kesman, como también destacó la prensa nacional e internacional. Sin embargo, todo eso ya pasó. Prudencia y exigencia es ahora la tarea para Nacional. No sólo se trata de seguir haciendo las cosas como hoy en día se aplauden, sino de elevar al máximo posible las cualidades. Porque así como el árbitro Carlos Amarilla acabó el partido ante Peñarol 20 segundos antes de cumplirse los noventa minutos, Nacional está expuesto a sufrir antes de tiempo una eliminación no deseada. Le puede pasar a cualquier otro equipo fuerte del continente (Santos, Internacional o Vélez, por ejemplo). Se sabe que el favoritismo ya ha castigado a muchos en la historia. Queda mucho camino por recorrer. Calma, por favor. Y que esto tampoco disminuya el entusiasmo. Posdata: Chelo de Castro, autor de la columna “Las Zancadillas que Junior tolera” en El Heraldo, fue “bochornosamente honesto” con sus sentimientos y las frases ofensivas que escribió hacia Pasto van de la mano de la pobreza de sus excusas . Cito a propósito de estas palabras a Matt Ridley, en su texto “Cuando se enciende Internet, se apagan las inhibiciones; por qué contamos todo” : “El medio mecanizado de Internet no genera encubrimiento sino desinhibición, lo que nos da una actitud de confesión y brusquedad”. Eso fue Chelo de Castro en su columna. Nos dejó ver su confesión de personaje regionalista y que escribe mal en todo sentido, si es que acaso piensa para hacerlo. En Twitter: @javieraborda
Para los que creen que Nacional ya está en la final de la Libertadores
Actualizado: enero 25, 2017 02:44 p. m.