Dice con razón el Ministerio del Interior que varios estadios de Colombia no cumplen los requisitos de seguridad y convivencia. Lo grave es que en varios de ellos se juega Primera División, lo cual refleja la falta de atención del Estado para impulsar y sancionar al futbol indisciplinado. Ese castigo que se pide es el mismo que falta ahora para Pékerman. En resumidas cuentas, son 16 escenarios los que fallan en el país. Tres son de “primer nivel”: el Manuel Murillo Toro (Ibagué), el Guillermo Plazas Alcid (Neiva) y el Santiago de las Atalayas (Yopal), donde se juega actualmente fútbol profesional e incluso se disputa un torneo internacional como la Copa Sudamericana, en el caso del Tolima. Los demás estadios que no cumplen con los “protocolos de seguridad y convivencia, los puestos de mando unificado y los planes de emergencia y contingencia” son: el Alfonso López (Bucaramanga), Romelio Martínez (Barranquilla), Alberto Grisales (Rionegro), Arturo Cumplido (Sincelejo), Ciro López (Popayán), Marcos Henríquez (Sabanalarga), Doce de Octubre (Tuluá), Eduardo Santos (Santa Marta), Los Zipas (Zipaquirá), Armando Maestre (Valledupar), Diego Palacios (Guarne), La Cancha de la Esperanza (Villavicencio) y el estadio Luis Carlos Galán (Soacha). A todos ellos se les detectaron falencias en un reciente informe de la Comisión Técnica Nacional. Por eso, el ministro del Interior, Federico Rengifo (antes de pasar a la cartera de Minas), advirtió a los alcaldes diciéndoles que deberán arreglar los estadios antes del primero de octubre y que “De no cumplir, la Comisión recomendará su cierre temporal”. Eso no se lo cree nadie. En Colombia pasa de todo, pero al final no pasa nada. Así que no van a cerrar los estadios, a no ser que el descuido sea exagerado. En este país se ha jugado hasta sin reconocimiento deportivo, sin cuerpo médico en las canchas y con toda la permisibilidad a los violentos. Si de verdad se reprendiera la irregularidad de nuestro fútbol, por decir lo menos, la Segunda División estaría al borde de la extinción. Coldeportes anunció que invertirá recursos para mejorar los estadios de Santa Marta, Neiva e Ibagué. Los de Cúcuta y Montería están siendo intervenidos con motivo de los Juegos Nacionales. ¿Y los demás? Mucha de la plata invertida para el Mundial Juvenil ya se perdió. Las canchas de arena y barro, situadas entre la pobreza, seguirán siendo el lugar del común denominador para miles que buscan un futuro mejor a punta de patear bien una pelota. Si en Primera División se ven canchas a veces que parecen peladeros, no hay por qué sorprenderse con el entorno. Qué tristeza. Ñapa “Pekermal” Resumo la indignación. Es una pena absoluta ver al empresario de fútbol Pascual Lezcano acompañando a José Pékerman en la selección Colombia, pues deja un manto de duda en sus convocatorias. ¿Prima el negocio sobre el talento? La pregunta que nunca se debería dar ahora tendrá lugar mientras el argentino esté al mando del conjunto nacional. Tras la tormenta, peor es que el técnico calle y la Federación no haga un llamado de atención público y se limite a decir que el empresario no tiene conexión con la entidad. Esta no es la película “El silencio de los inocentes”. Además, molesta de sobremanera que el sujeto que mercadea con los derechos de los futbolistas esté con la indumentaria del símbolo patrio. Ofende que nos subestimen, molesta su falta de ética cuando su labor debe de ser ejemplo para un país. Es, finalmente, muy decepcionante tener que hablar de esto a pocos días de jugar contra el último campeón de la Copa América y el reciente semifinalista mundial, Uruguay. Empezamos el partido perdiendo. No lo dude. Y lo peor es que este no es un juego más, para desgracia de todos nosotros. Seguir a @javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:44 p. m.