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PURO CULIPRONTISMO

Algún expresidente, de los buenos (sí, sí han existido creanlo), hace años acusó a un ministro suyo de culipronto e indicó que era un mal que se debería desterrar del idiosincrasia colombiana. La historia de este precioso país ha demostrado dos cosas: la primera que somos expertos en llevar a extremos inimaginables nuestros defectos y que los hacemos rápido, con culiprontismo desaforado. Ayer en medio de todo lo ocurrido con la suspensión del partido frente a Nacional quedo demostrado este legado. El gremio de los periodistas es el más culipronto. Lo hace como masa y lo vende como pan de veinte (sí, sí ha existido creanlo). Mientras gente que nunca ha pisado un estadio, pontificaba sobre lo divino y humano en la materia otros sacaron su micrófono inquisidor para atacar el futbol en general y otros como Vicky Dávila para atacar a los hinchas de Millonarios generalizando insultos y acusaciones. Los periodistas deportivos más sensatos aceptaron el problema y trataron de abrir un debate sobre causas y soluciones. Pero en esta cultura de violencia que nos ha educado por más de 60 años, está claro que lo que vende es el titular inmediatista, acusador y con gotas de sangre. Mañana entre tanta desintegración del estado, entre tanto problema gigante que sufre nuestro pueblo, los tres muertos serán otra estadística más y el culiprontismo de lo que pasa “ya” acabara de sepultar el episodio en los medios. Porque enseñaron al consumidor del medio a no buscar un por que de la situación, a no hacer seguimiento de las víctimas y su entorno, a no mostrar las caras de los jóvenes que viven en el olvido estatal y a no terminar la noticia. Viven del culiprontismo. El rey del culiprontismo es Gustavo Petro. Y del autoritarismo también. En medio de una revocatoria, que seguramente sumo muchos adeptos ayer, el alcalde “diamante” ha tratado de buscar visibilidad como sea. Premios de ambiente, premios autopostulados y que mejor que la falsa moral autoritaria. Yo cancelo los toros, yo cancelo los celulares, yo cancelo el futbol. Porque para la incapacidad administrativa y de ejecución de nuestro alcalde “diamante” es más fácil la medida del titular, de las cámaras y los trinos que unas acciones que de verdad remedien el problema de la delincuencia que afrontan los barristas en Bogotá. Una medida con simbolismo profundo como la de suspender el partido, termino en la simpleza de minimizar el hecho a unos arreglos florales y unas disculpas hipócritas entre las barras. Sera que todo estará solucionado en 15 días cuando se juegue el partido?. Y qué decir del secretario de gobierno Jaramillo que emulando al fallecido DAS, quiere que le hagan seguimiento las redes sociales donde se “segrega” a los bogotanos hinchas de Nacional. Como si fuera un delito pensar diferente a progresismo de Petro y sus BFF. La violencia no es cuestión de la rivalidad o la diferencia. Es una cuestión cultural que prolongamos siempre en nuestra nación. Es la expresión que llevamos al lomo y que entre menos oportunidad y educación hay, es más propensa a salir de un joven colombiano. El culiprontismo de su acción hizo que Gustavo Petro le diera un empujoncito más a su proceso de revocatoria. Es un “diamante”. Y en general los hinchas nos dejamos ganar de eso mismo. Compartimos noticias sin confirmar, acusamos y condenamos sin que hubiera un proceso jurídico y salimos en masas a votar por el que más cosas culiprontas prometa. El problema insisto no es del fútbol como tal. El fútbol tiene problemas como Pimentel y sus arrebatos, como los arbitrajes que incendian la gente, como los fallos y persecución de sus dirigentes. Esto conlleva a la expresión máxima de la cultura colombiana: la violencia. En el “gobierno” del expresidente Cesar Gaviria se conformó la misión ciencia, educación y desarrollo, por las mentes más lúcidas del país en su momento. Indicaron una bitácora sobre como la educación debería cambiar ese sino funesto que llevamos dentro. Fue directo a la caneca de la basura. La proclama del informe fue escrita por Gabriel Garcia Marquez. Les copio un aparte de ella solo como reflexión, que mientras sigamos actuando de manera culipronta y no ataquemos las verdaderas causas del problema, seguiremos teniendo partidos suspendidos y lo más grave muertos que a la final a nadie le importaran. “Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad. Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruimos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos intuitivos, autodidactas espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo. Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir. Al autor de los crímenes más terribles lo pierde una debilidad sentimental. De otro modo: al colombiano sin corazón lo pierde el corazón. Pues somos dos países a la vez: uno en el papel y otro en la realidad. Aunque somos precursores de las ciencias en América, seguimos viendo a los científicos en su estado medieval de brujos herméticos, cuando ya quedan muy pocas cosas en la vida diaria que no sean un milagro de la ciencia. En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo. Amamos a los perros, tapizamos de rosas el mundo, morimos de amor por la patria, pero ignoramos la desaparición de seis especies animales cada hora del día y de la noche por la devastación criminal de los bosques tropicales, y nosotros mismos hemos destruido sin remedio uno de los grandes ríos del planeta. Nos indigna la mala imagen del país en el exterior, pero no nos atrevemos a admitir que muchas veces la realidad es peor. Somos capaces de los actos más nobles y de los más abyectos, de poemas sublimes y asesinatos dementes, de funerales jubilosos y parrandas mortales. No porque unos seamos buenos y otros malos, sino porque todos participamos de ambos extremos. Llegado el caso -y Dios nos libre- todos somos capaces de todo.” MINUTO FINAL: Esperamos que los medios y las autoridades salgan a aclarar rápido quienes son los asesinos de Carlos Antonio Medellín. La honra de muchas personas está en juego y las mentiras de otros por salir. MAURICIO GORDILLO GUEVARA @MAUGOR

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