El delantero y el volante jugaron en el pasado en el Krylia Sovetov, de Rusia, equipo de la misma ciudad en la que el seleccionado colombiano jugará este jueves frente a Senegal, en el duelo clave del grupo H del Mundial 2018.
Año 2007. Callados y tímidos los dos. Procedentes de Ibagué. El español, como idioma nativo. Más de once mil kilómetros entre su natal Colombia y Samara, la sexta ciudad con mayor número de habitantes de Rusia. Ilusiones y expectativas mil.
Increíble, pero cierto. En la misma ciudad en la que este jueves la Selección Colombia jugará frente a Senegal, en la tercera fecha del grupo H de la Copa Mundial de la FIFA 2018, estuvieron defendiendo los colores del club Krylia Sovetov, los futbolistas vallecaucanos Carlos Darwin Quintero y Juan Carlos Escobar.
Las mismas calles por las que los hinchas colombianos están armando alboroto en los últimos días, fueron recorridas hace ya hace más de una década por Escobar y Quintero, quienes en ese tiempo eran dos de las joyas para levantar dinero de Gabriel Camargo, dueño del Deportes Tolima.
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"Al principio, nosotros pasamos las pruebas; pero hubo problema con la plata y las cosas no anduvieron bien. Sin embargo, al final nos pudimos quedar y disfrutar de la oportunidad", dijo Escobar en charla con GolCaracol.com, detallando ese primer momento en una tierra lejana y desconocida en nuestro país.
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Sin embargo, ese fue solo el primer paso para que el par de colombianos arrancaran con un proceso de adaptación a su nuevo entorno. Hubo espinas, muchas espinas.
El idioma, el clima, la comida y el tema futbolístico, por ritmo y competencia de juego, fueron los primeros obstáculos para enfrentar. Incluso, aún casi diez años después, para Escobar es complicado entender la fortaleza y actitud positiva que tuvieron que aflorar para no tirar la toalla en su experiencia rusa.
"Para comunicarnos siempre teníamos al traductor al lado. Después, se aprendieron cosas básicas, pero no para establecer una conversación. En la comida, aprendí a comer una sopa roja, las carnes frías y unas salsas especiales. Se comía, tampoco era que uno aguantara hambre", relató Escobar, quien pasó por América, Cúcuta, Cali y Patriotas, entre otros.
"El frío era duro, pero para eso había calefacción. Sin embargo, eso no daba sino para estar encerrado en la casa y nada más. Los entrenamientos eran en coliseos o en enero, en pretemporada, nos íbamos a Turquía o Austria", agregó el mediocampista que también vistió los colores de la Selección Colombia, cuando el técnico era Jorge Luis Pinto.
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En medio de semejante panorama y separado de los seres queridos, tanto Carlos Darwin Quintero, hoy en el Minnesota United, y Juan Carlos Escobar, ya retirado de la actividad y radicado en Cali, fortalecieron los lazos de amistad que venían desde el equipo vinotinto y oro.
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"Al principio nos decían los hermanitos. A desayunar, almorzar y comer íbamos juntos, también salíamos al centro comercial. Darwin era la persona con la que uno hablada, ¿de resto con quién? Era de arriba para abajo los dos", agregó Juan Carlos Escobar.
En medio de su seriedad y aplomo, Escobar también tuvo tiempo para dejar escapar una que otra sonrisa. "Vodka sí lo probamos, pero más bien poco. Tocaba cuidarse".
En un día clave para la Selección Colombia, desde la ciudad de Samara se encontró una pequeña y significativa historia porque al final ese es un pedazo de conexión con una tierra lejana, que en este verano arde y en la que el equipo de José Pékerman buscará su permanencia en el Mundial Rusia 2018.
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