Este viernes, en la despedida del combinado nacional, celebrada en el estadio El Campín, el técnico argentino, a pesar de la serenidad mostrada, fue el hombre que estuvo al frente hasta en el más mínimo detalle.
El máximo escenario deportivo de los capitalinos vibró de principio a fin con la despedida de la Selección Colombia, la cual se desplazará este sábado a territorio italiano donde iniciará su preparación para su sexto certamen mundialista.
Los colombianos tuvieron una fiesta por todo lo alto y pudieron disfrutar al lado de las estrellas que los harán emocionarse en Rusia.
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Falcao, James, Cuadrado y Mina, los más aplaudidos; pero fue José Pékerman el que hizo parar a todo un estadio, que reconoció en el estratega argentino al hombre que está detrás de la segunda clasificación consecutiva de Colombia a un Mundial.
“Don José presidente”, gritaban desde la tribuna occidental de El Campín. Y es que, en época de elecciones, Pékerman es capaz de unir un país entorno a un objetivo.
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Con la distribución de los equipos, conformados entre los preseleccionados y jugadores invitados de la Selección Sub-20, el argentino fue el último en salir del terreno de juego. Antes de ubicarse en el banco sur del estadio, quiso tener unas palabras con el árbitro del encuentro, Wilmar Roldán.
Pékerman tuvo una pequeña charla con el antioqueño con el objetivo de recordarle que se iban a jugar dos tiempos de 15 minutos, cada uno; y no de 20 como estaba estipulado en un principio. El argentino necesitaba cuidar a sus muchachos, por lo que los esfuerzos debían ser mínimos.
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Tanto así, que estuvo durante todo el partido con su cronometro en la mano derecha. En la media hora del encuentro, se levantó únicamente para entregarle un balón con su pie a Johan Mojica, quien se disponía a realizar un saque de banda.
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En donde se lo vio más comunicativo fue en el entretiempo. Con los brazos atrás y con la cabeza girando 360 grados por todo el estadio, se dibujó una sonrisa en su rostro al ver a más de 30 mil colombianos emocionarse con cada detalle.
Luego, tuvo palabras con Óscar Murillo, Carlos Bacca y dos de los juveniles. Todos ingresaron en el segundo tiempo. Después, se acercó a James y Quintero, una charla de un minuto llena de bromas y risas. El lado más fraternal del seleccionador.
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Inició la segunda parte, Pékerman se sentó, delegó a sus ayudantes y disfrutó. Con el pitazo final, se levantó, se tomó tres fotos con tres privilegiados.
Con la fiesta del cantante Maluma de fondo, el argentino se dirigió al camerino, dejó a los suyos gozar mientras se despedía con su mano derecha. Al bajar las escaleras, se observó al hombre detrás del sueño mundialista que tiene a un país ilusionado.
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