Los hechos se remontan al pasado domingo, minutos antes de disputarse la final de la Copa de Portugal de balonmano entre ambos equipos, cuando de acuerdo con la versión dada por los lisboetas, el vicepresidente del Porto, Adelino Caldeira, negó el saludo a su rival y se dirigió hacia él en tono descalificador.
"El máximo representante del equipo contrario asumió una conducta imposible de calificar y totalmente irrespetuosa, con escenas lamentables", afirmó el Sporting en un comunicado.
Medios lusos aseguraron que el vicepresidente del Porto dedicó unas duras palabras a Bruno de Carvalho, en las que justificaba su postura de no hablar con él y lo calificó de "tonto".
Por el momento, desde el club blanquiazul no han facilitado su versión de lo ocurrido en la previa de dicha final, que acabó siendo ganada por los lisboetas.
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Las relaciones entre ambos clubes atravesaban ya por un momento delicado debido al reciente traspaso del centrocampista luso Moutinho del Porto al Mónaco por 25 millones de euros, en una operación conjunta con el colombiano James Rodríguez, quien salió por 45 millones de euros.
El internacional portugués fichó en verano de 2010 por los ‘dragones' procedente precisamente del Sporting de Lisboa, que acordó su traspaso a cambio de 11 millones de euros, aunque en la operación se incluyó una cláusula que precisaba que recibiría el 25 % de una futura transferencia.
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En círculos próximos a los ‘leones' se acusa al Porto de inflar artificialmente el precio de venta de James y bajar oficialmente el pagado por Moutinho, cuya cláusula de rescisión era de 40 millones, para tener que pagar así menos al Sporting.
Tras conocerse los valores de esta transferencia, se produjo un intercambio de declaraciones entre Bruno de Carvalho y el presidente de los ‘dragones', Nuno Pinto da Costa, en el que mostraron públicamente sus divergencias.
La ruptura de relaciones entre ambos clubes tiene precedentes, como en el año 2004, cuando Pinto da Costa adoptó esa misma decisión después de que el entonces presidente del Sporting acusara a José Mourinho, quien ocupaba el banquillo blanquiazul aquella temporada, de rasgar la camiseta de un rival.