En medio de sus parrandas vallenatas regalaba fajos de billetes en el sector de El Rodadero, en Santa Marta. Aseguró en su momento que lo hacía porque le gustaba ayudar a la gente de bajos recursos. No volvió a hacerlo porque las autoridades le pidieron que, por su seguridad, mejor comprara mercados o donara en causas sociales.
El pasado miércoles falleció y las primeras versiones indican que se habría tratado de asfixia por la espina de un pescado que estaba consumiendo.