Cuando la vanidad se convierte en un verdadero pecado capital

¿Cuándo la pasión por la estética raya con la adicción, cual es el límite entre necesidad y vanidad?

 

Norberto: “Me he hecho tres, no totalmente como hubiera querido, solo el retoque. Yo creo que cuando las personas cumplimos cierta necesidad necesitamos cirugía.

 

Amparo Peláez: “Me he hecho dos lipos porque pensé en un momento determinado que estaba perdiendo mi figura, estaba comiendo mucho, y acudí y quedé regia”.

 

Mr. Black: “Me opere la nariz porque tenía problemas de respiración y tú sabes que uno que canta tiene que estar ‘alineadito’. Y aproveché para quitarme lo anchito (de la nariz) un poquito porque, tú sabes, que uno negro tiene que estar a la moda”.

 

Norberto: “Cuando las personas somos conocidas no nos cobran mucho, nos cobran más bien poco porque recomendamos a los cirujanos plásticos; pero una buena cirugía vale unos 5 mil dólares”.

 

¿Tiene pensado hacerse más cirugías?

 

Norberto: “Realmente sí, en enero me voy a hacer unos retoques en mis vacaciones porque creo que ya lo necesito, para mi trabajo, para estar siempre muy bien.

 

La gente cree que usted se está haciendo cirugías por pura vanidad, ¿es cierto?

 

Amparo Peláez: “Lo han dicho y los he escuchado y digo, ¡guau! Qué rico sería que me preguntaran por qu he ido tantas veces al quirófano. Yo he ido a consecuencia del cáncer he ido seis veces a hacerme reconstrucción y todavía me hace falta una cirugía”.

 

Mr. Black: “Cada quien es dueño de su cuerpo y cada quien decide que hacerse con su cuerpo”.

 

¿Es adicto?

 

Norberto. “No sé si sí o no, pero realmente me gusta más que cualquier otra cosa sentirme mejor”.

 

Amparo Peláez: “Yo soy una mujer muy vanidosa y si tuviera que acudir a la cirugía plástica para mejorar mi cuerpo, la cara, lo haría”. “Recomendaría a alguien que se vaya a hacer una cirugía plástica que vaya a médicos especializados en el tema que corresponde a lo que uno quiere”, añadió.

 

Adicción a las cirugías

 

La duquesa de Alba, Jocelyn Wildenstein y la recién fallecida Joan Rivers son algunas de las famosas más reconocidas por sus cirugías. Sin embargo, uno de los casos más impactantes es el de la exmodelo coreana Hang Mioku, quien se inyectó aceite de cocina y silicona en el rostro, pues cuando los médicos se dieron cuenta de su adicción decidieron no hacerle más procedimientos.

 

El trastorno dismórfico corporal o dismorfofobia consiste en una preocupación exagerada o fuera de lo normal, por algún defecto que percibamos o identifiquemos de nuestra apariencia física.

 

“La adicción inicia desde el punto de vista de cómo se ve una persona en un espejo, qué tan satisfecha está con su apariencia física”, explica el cirujano plástico Darío Alberto Juris López.

 

“Puede traer primero la disarmonía total y llegar una persona con unos labios supremamente abultados, con una nariz respingada, con unos ojos de otra etnia”, explica Luz Teresa Díaz, psiquiatra en la universidad Manuela Beltrán. “Por lo general, estas personas nunca están conformes y no reconocen su adicción”.

 

¿Cuándo se puede saber que el paciente es adicto a las cirugías?

 

“Cuando el paciente dice qué me puedo hacer ahora? ¿qué me voy a hacer? no sabe, lo hace por hacerlo, no porque tenga una necesidad o esté inconforme con algo de su cuerpo. Son pacientes que van a estar saltando de un consultorio a otro, buscando que ellos les digan lo que ellos quieren escuchar”, explica el cirujano Juris.

 

¿Qué tanta responsabilidad tienen los cirujanos en estas adicciones?

 

Es individual de cada médico, es importante que el médico sea muy honesto con el paciente y decirle realmente no vale la pena, no se justifica”, señaló Juris.

 

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