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Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar la siguieron en los micrófonos: hubo 'picantes' declaraciones

Además de haberse dado con todo y no guardarse nada arriba de sus bicicletas, hubo cierto cruce de palabras.

Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, en la etapa 17 del Tour de Francia 2022.
Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, en la etapa 17 del Tour de Francia 2022
AFP

La pelea por el maillot amarillo se vive en la carretera pero también fuera. El esloveno Tadej Pogacar, que tiene que limar más de dos minutos al danés Jonas Vingegaard, atacó moderadamente en la primera gran jornada pirenaica, pero no dio tregua una vez que se bajó de la bici.

El ciclista del UAE, que busca su tercer Tour de Francia consecutivo, restó importancia al hecho de que no pudo distanciar a su rival en las rampas de Peyragudes. "Queda terreno, soy optimista", dijo el esloveno, que vio en su victoria en la etapa "un cambio en la dinámica de la carrera".

Pogacar, que distanció a Vingegaard en La Planche des Belles Filles, pero cedió el maillot amarillo en un desfallecimiento en el ascenso a Granon, no ha podido dejar de su rueda al danés desde entonces, pese a que ha contado con terreno para hacerlo.

Ya fuera en el Alpe d'Huez, Mende, Foix o este miércoles en Peyragudes, sus ataques han resultado infructuosos, pero el esloveno mantiene la llama de la presión y promete que todavía dará la batalla.

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"Esta victoria nos da confianza. Mañana es una etapa más dura y volveremos a intentarlo", aseguró Pogacar, que cuenta con dos puertos especiales y uno de primera para derribar la fortaleza del danés.

El acoso moral es total. "No estoy seguro de que esté tan fuerte", aseguró, "tenemos armas para intentarlo", "con esta victoria saldremos con mucho optimismo".

Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, en el Tour de Francia
Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, en el Tour de Francia 2022
AFP

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Pogacar quiso convertir en virtud la desgracia y ante la pérdida de dos compañeros de equipo, el español Marc Soler, que entró fuera de control este martes, y el polaco Rafal Majka, lesionado, alabó la prestación de las fuerzas que le quedan para asegurar que "con cuatro, somos el equipo más fuerte".

"Si hubiéramos estado al completo le habríamos podido descolgar", señaló el esloveno, en un toque de corneta a su maltrecho ejército para que mantengan la presión. El concurso de Mikkel Bjerg y de Brandon McNulty sirvió para dejar aislado a Vingegaard en el último puerto, pero no fue suficiente.

"Podemos intentar atacar fuerte, vamos a intentar recuperar mañana tiempo, hemos demostrado de lo que somos capaces", afirmó el ciclista del UAE, que no se quita la amenaza de la boca.

VINGEGAARD CONFIADO


En el otro lado del ring el líder de la general trataba de poner calma a la situación y de sacar pecho tras haber mantenido el tipo frente a los ataques de Pogacar.

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"Solo he perdido los 4 segundos de la bonificación, pero estoy contento del resultado", aseguró Vingegaard, que sin embargo reconoció que verse solo en el último puerto "no es la situación ideal".

El danés no parece dar signos de febrilidad pese a que, por vez primera, lidera una carrera como el Tour de Francia. Asegura que, para ello, sigue el consejo de su novia de aislarse de la presión mediática que genera llevar en sus espaldas el maillot amarillo.

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"La que me da consejos es mi novia, que me dice que no lea los diarios. No lo hago, es una forma de controlar la presión del maillot amarillo. No dejo que eso me distraiga", señala el corredor, que se aferra a los 138 segundos que le separan del esloveno.

El danés se ha soldado a la rueda de Pogacar desde que le arrebató el maillot amarillo y, por ahora, no parece mostrar griegas.

Ante las amenazas de su rival afirmó que Hautacam, una cima de categoría especial, se adapta mejor a sus cualidades de escalador aguerrido que Peyregudes, más propicias para un ciclista explosivo como Pogacar.

Pero reconoció que estar permanentemente vigilando al esloveno supone un desgaste. Necesario, porque en tiempos de guerra no se pueden bajar los brazos.

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