Seguir a un equipo que pierde más de lo que gana puede ser una carga difícil de llevar, pero no todo es paridera y sufrimiento, y aunque usted no lo crea, formar parte de este selecto grupo tiene algunas ventajas. Inicialmente, debo aclarar que yo formo parte de este grupo de ‘infelices’ y más que por elección, fue una cuestión de herencia familiar; mi abuelo fue hincha del Deportes Quindío, mi papá igual, por su puesto yo también y, espero tener los argumentos suficientes para convencer a una futura generación de hacer lo mismo, de ahí la idea de escribir este texto. Acá, les dejaré constancia de esas situaciones en las que hacer fuerza por un equipo sin fama y sin gloria, puede no ser del todo malo. Si usted es de los míos, seguramente se sentirá identificado, sino siéntese cómodo, lea cuidadosamente y déjese tentar: 1 El bullying no le afecta. Su equipo tiene tan poca trascendencia que si gana o pierde a nadie le va importar. Sin embargo, puede que en alguna ocasión alguien intente hacer uso del ‘matoneo futbolístico’ en su contra, cosa que a usted le va a dar lo mismo, su club casi nunca gana y usted está acostumbrado a verlo perder. 2 Tiene libertad para hacer bullying. Seguramente, algunos de sus amigos son hinchas de equipos que ganan títulos y juegan torneos internacionales, por eso, cuando estos queden eliminados o pierdan alguna final, usted podrá con toda libertad hacer uso del matoneo contra ellos. 3 Ir a ver a su equipo es un plan económico. Normalmente, las entradas para ver a un club que no pasa de media tabla o que juega en la ‘b’, son baratas, por lo que su bolsillo no se verá muy afectado si decide ir al estadio. Aunque si a su equipo, en un acto de locura, le da por clasificarse a unos cuadrangulares o una copa internacional, es posible que ese valor incremente, pero es una situación poco probable, usted y yo lo sabemos. 4 Ponerse la camiseta de su equipo no significa un peligro. A diferencia de lo que ocurre con los hinchas de equipos grandes, que cuando usan la camisa de su club se convierten en blancos fáciles de una puñalada; usted puede salir con ella, caminar con total libertad y sin correr ninguna clase de peligro, es más, algunos lo verán como un irreverente y hasta lo tildarán de ‘crack’ por su atrevimiento. 5 No más filas ni multitudes. Si hacer largas filas y estar en medio de mucha gente no es lo suyo, entonces ser hincha de un club pequeño lo es. Cuando quiera un plan relajado y sin mucho ajetreo, entonces vaya al estadio; la entrada es fácil, va poca gente y ya dentro del estadio se encontrará con un plan tan tranquilo y sin emociones, hasta puede quedarse dormido. 6 Jamás se creará falsas esperanzas. Aunque en algunos casos se nieguen a aceptarlo, los fanáticos de este tipo de clubes tienen muy claro para que está su equipo en cada torneo: perder, vender jugadores del mayor accionista del club, ser un equipo ascensor (ascender y descender cada 4 años, más o menos) y ser el mamarracho del campeonato. 7 Gastará muy poco dinero en indumentaria. Por más deseo que usted tenga de comprar una camiseta oficial de su equipo o algún objeto relacionado con el club, no lo va a encontrar a la venta. Entonces relájese, su bolsillo se mantendrá intacto. 8 No tendrá que aprenderse ninguna canción. Los clubes pequeños tienen poca hinchada y por ende, los canticos para animarlos son fáciles, poco creativos, cortos y repetitivos, por lo que no tendrá que hacer un uso sobrenatural de su memoria para alentar a su equipo. 9 Jamás tendrá problemas con un barra brava. Si el número de seguidores de estos clubes es limitado, entonces imagínese el tamaño de la barra brava; habitualmente está integrada por ‘10 gatos’ que saltan todo el partido pero que no lo obligarán a tener puesta la camiseta de su club o a que sea de determinada región del país para que pueda entrar al estadio. Por: Andrés Felipe García // @siranfega
Actualizado: enero 25, 2017 12:00 p. m.