En las vísperas del partido más trascendental de su existencia, a este modesto club brasileño se le cortó la vida en las montañas de Antioquia.
Hace dos años del accidente aéreo en el que murieron 71 personas y, agotado el primer impulso de la reconstrucción, el domingo le espera otra final: salvarse del descenso en el Brasileirao.
En el mismo Arena Condá donde, en apenas días, pasó de celebrar su heroica clasificación para la decisión de la Copa Suramericana 2016 a velar a decenas de fallecidos, el 'Chape' recibirá al Sao Paulo en el duelo más trascendental desde la tragedia.
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Es el último de liga y el modesto club del sur de Brasil precisa vencer a Sao Paulo para asegurarse la permanencia en una categoría a la que llegó en 2014 tras un ascenso meteórico que solo se frenaría la noche del 28 de noviembre de 2016.
A punto de aterrizar en Medellín, el avión que le llevaba a la final contra el Atlético Nacional se estrelló con el combustible agotado.
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Murieron 71 personas, casi todas integrantes de un Chapecoense que perdió a 19 jugadores, 14 miembros de la comisión técnica y nueve directivos, además de 20 periodistas.
Solo hubo seis supervivientes. Entre ellos el lateral Alan Ruschel, quien se convirtió en un símbolo del renacimiento del club al volver a jugar ocho meses después de rozar la muerte.
Como él, el 'Verdao' se levantó impulsado por la ola de solidaridad que despertó una de las historias más crueles del deporte reciente y no solo logró mantenerse en 2017, sino que acabó conquistando una plaza para la previa de la Copa Libertadores.
Pero la ola perdió fuerza este año y ahora peligra la herencia deportiva de la mejor generación de este club que hace menos de una década disputaba la cuarta división.
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"Creo que es la continuación de un legado, sufrimos bastante con todo lo que pasó y no sería justo de nuestra parte dejar el equipo a la Serie B", valoró Ruschel la semana pasada.
'Negligencias'
El tiempo calmó el dolor agudo que tomó esta tranquila ciudad de 200.000 habitantes, cuyo drama impresionó al mundo hace justo dos años. En apuros, el equipo les necesita de nuevo y esta semana les ha convocado tanto para los actos del segundo aniversario como para llenar las calles del blanco y verde del 'Chape' en la final del domingo.
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Nada, sin embargo, llena el vacío de las familias de los fallecidos, que siguen reclamando responsabilidades por una catástrofe que consideran pudo evitarse.
"El accidente comenzó mucho antes de que cayera el avión. Fueron una serie de negligencias y malas prácticas de la aviación civil de Brasil, Colombia y Bolivia las que llevaron a ello", asegura por teléfono a la AFP Fabienne Belle, presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Vuelo del Chapecoense (AFAV-C).
Su esposo, el fisiólogo Cezinha, falleció en el siniestro y ella no piensa parar hasta que acaben las acciones penales que preparan en los tres países.
"¿Si este accidente hubiera ocurrido en el vuelo con la selección argentina y hubiera muerto Messi, las familias estarían siendo tratadas igual?", lanza en referencia al viaje que la albiceleste realizó con la boliviana LaMia dos semanas antes de la tragedia.
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Las autoridades colombianas concluyeron que el avión cayó por falta de combustible, pero desde la asociación consideran que apuntar solo al piloto fallecido es la solución fácil. Por eso no aceptan los 225.000 dólares que les ofrece por víctima la aseguradora si desisten de los procesos.
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Pero en el precario sector del fútbol modesto no todo el mundo pudo mantener la lucha.
"Durante estos dos años la situación empeoró porque es mucho tiempo sin los ingresos de sus principales proveedores. Hay familias que están viéndose obligadas a aceptar el fondo humanitario, exonerando a los responsables, por necesidad", explica.
Hasta el final
Incapaz de retomar su trabajo en la empresa que tenía junto a su marido, Fabianne, de 48 años, se ha volcado en la asociación. Dice que el tiempo le ha ayudado a reconstruir una rutina, aunque no es suficiente.
"Siento un dolor inmenso y todavía tengo dificultades para controlarlo, pero necesito hacer algo para que esto no vuelva a pasar", cuenta.
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Todos tratan de mirar hacia adelante, como lo hizo el arquero Jackson Follmann, quien tras perder una pierna en el accidente aprendió a andar de nuevo, se convirtió en embajador del club y este año abrió una clínica para amputados en Chapecó. O Helio Neto, el tercer jugador superviviente, que ultima su trabajosa recuperación con la esperanza de regresar al fútbol en 2019.
También volvió a viajar con el equipo el periodista Rafael Henzel, el cuarto superviviente brasileño, quien se prepara para narrar el domingo otro partido histórico, donde el 'Chape' promete rescatar la garra con la que conquistó al continente.
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Aunque haya que empujar hasta el final, como recordó Ruschel esbozando una media sonrisa.
"Si no fuera sufrido, no sería el Chapecoense".
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