Para muchos –como en mi caso- será la primera ocasión donde vivan y disfruten del certamen internacional más importante del deporte, con la presencia de la Selección Colombia. Es que pasaron dieciséis años desde Francia 98’ y la anterior seguidilla de competiciones (Italia 90’ y USA 94’) con la llamada generación de “oro” del fútbol colombiano, liderada por Carlos 'El Pibe' Valderrama, Faustino Asprilla, Freddy Rincón y otras grandes figuras, para que la “fiebre” mundialista se elevara nuevamente a más de 40 grados en toda la geografía nacional. Ilusión, entusiasmo y optimismo, conforman la “atmósfera” por estos días de nuestra tierra. Y no es para menos; en el "país del sagrado corazón de Jesús" tienen lugar muchos acontecimientos entristecedores e indignantes (escándalos de corrupción, injusticias, politiquería desenfrenada, conflicto armado, etc.) por lo que buscamos en este deporte recobrar por un momento la alegría que caracteriza al colombiano, “ahogando” las penas y tristezas con goles en el “mar” de la esperanza. Por eso las expectativas alrededor del grupo de 23 jugadores que nos representarán en arcas brasileñas, son muy grandes. Esto se ve reflejado en las innumerables ventas de camisetas, gorras, afiches y banderas colombianas, en las esquinas de cada una de las ciudades de la Nación, armando una estruendosa parafernalia que “pintará” de amarillo, azul y rojo a todo el país desde La Guajira hasta el Amazonas. Llegado a esto, se visualiza el primer rival; Grecia. Sábado 14 de junio, 11 de la mañana. Retumban las letras del himno Nacional en el estadio de Belo Horizonte: “¡Oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal! ¡En surco de dolores, el bien germina ya!’’, para poner a vibrar a más de 45 millones de gargantas colombianas en torno a un solo grito, como lo hacía en sus excepcionales narraciones el gran Edgar Perea: ‘’¡Gol gol gol colombiano, gol (...) mi patria querida!’’ y despertar el sentido patriótico al son de gaitas y acordeones, la salsa del Valle del Cauca, el ritmo del joropo, el bambuco y las trovas paisas, apartando por completo los “regionalismos” y mostrando la unión de todo un país hacia su Selección, en un sueño mundialista llamado Brasil 2014. No obstante –y resulta extraño- los colombianos no deben olvidar, que un día después del debut de la “tricolor”, el futuro del país estará definiéndose en las urnas de votación, cuando se elija al mismo (Santos) o nuevo (Zuluaga) mandatario de la Nación. Por tal motivo, es imprescindible manejar una postura correcta ante este juego, respetando la nombrada “ley seca” y evitando a toda costa el descontrol excesivo a raíz de una posible victoria o derrota de la Selección dirigida por el argentino José Néstor Pékerman. Por ejemplo –Dios no lo quiera- un individuo que haya infringido esta ley, tenga en su poder un revólver, realizando un disparo al aire para celebrar o sacar la “calentura” en su defecto e impactando desafortunadamente a una persona inocente, que no tiene ninguna culpa de las actuaciones de un ser psicópata como el reseñado. En últimas, señalar que todo está consumado para que ruede la pelota en territorio brasileño y se empiecen a vivir las grandes emociones pertenecientes al torneo de fútbol más atrapante del planeta. No se observa todos los días, ni cada semana o mes, sino en frecuencia de cuatro años. Sin embargo, Colombia tuvo que esperar dieciséis, sí, ¡dieciséis años!, para izar su bandera por quinta vez dentro de las 32 escogidas en la fiesta más singular y mayúscula del deporte. Por eso, todos los colombianos –o la mayoría- recibimos la Copa del Mundo en nuestros corazones y le decimos al país de la samba: ‘’¡Bienvenido Brasil: Un retorno a la ilusión!’’, lo que en portugués equivale a exclamar: ‘’ Bem-vindo Brasil, um retorno à ilusão!’’. POR: ANDRÉS FELIPE ROMERO ÁLVAREZ // @ANFEROME
Actualizado: enero 25, 2017 12:00 p. m.