Chapecoense vivió una noche histórica este miércoles al eliminar al poderoso San Lorenzo con el empate sin goles logrado en su estadio, que le da un boleto inédito para la final de la Copa Suramericana, en su segunda participación en una competición internacional.
Ya lo avisó Diego Aguirre antes del partido. Esta noche toda la presión caía sobre el 'ciclón', no sólo porque el empate 1-1 de la ida le obligaba a anotar al menos un gol, sino porque encima se le venía el peso de más de un siglo de historia.
Los ojos de un continente que le vio levantar la Libertadores hace dos años ya habían visto cómo se había dejado intimidar por un equipo casi desconocido, que de media no reúne ni a 8.000 espectadores en sus partidos de la liga brasileña.
El 'ciclón' tenía claro que debía mandar desde el principio si no quería acabar aplastado por la ilusión desbordante de este club que, ahora sí, había llenado el Arena Condá. Nadie en esta ciudad 500 kilómetros al oeste de Florianópolis, capital del estado sureño de Santa Catarina, quería perderse la noche más importante de los 43 años de vida del Chapecoense.
El San Lorenzo hizo caso a su técnico, tomó el balón y trató de asustar a un equipo mareado por la excitación de a quien le invitan a una fiesta por primera vez. Merodeó por el arco del 'Huracán del Oeste' y aprovechó su ansiedad para a los 20 minutos, gracias a un tiro cruzado de Mas, casi poner el 1-0.
Esa habría sido otra historia, pero al ‘ciclón' comenzó a caérsele encima un tiempo que siempre jugó en su contra.
Pasado el tembleque y cada vez más cómodo, el Chapecoense fue ganando protagonismo en un juego que no fluía en ninguno de los dos campos y a los 25 casi celebra su clasificación antes de tiempo con el gol anulado a Willian Thiego.
La victoria era ya algo posible y el arco de Torrico, también, así que allí fueron Ananías, autor del gol de oro en Buenos Aires, y luego Thiaginho en contraataque a presentar su candidatura a la historia con dos ocasiones que agriaron más el gesto de Aguirre.
Por entonces, en Chapecó se seguía sin noticias de la experiencia del San Lorenzo, que se marchó al descanso con el fantasma de la eliminación cada vez más vivo.
- Final de locura -
Los campeones de la primera Copa Suramericana en 2002 necesitaban una reacción y rápido. A la vuelta, Aguirre sustituyó a Corujo por Blandi, que a los cuatro minutos a punto estuvo de resucitar al equipo del Papa al ver a Danilo adelantado, obligándole a estirarse hasta lo imposible para evitar el que hubiera sido un lindo gol.
Por fin, San Lorenzo enseñaba los dientes y no había tiempo que perder. No se cumplían los 20 minutos cuando Angeleri recogió un saque de falta con la cabeza y lanzó un testarazo al travesaño de Danilo, cortando la respiración del Arena Condá.
La presión se había instalado ahora en el arco del Chapecoense que, nervioso, comenzó a temer que su cuento de hadas pudiera torcerse en el penúltimo capítulo.
La ventaja, sin embargo, seguía de su lado y poco después Cléber se arrancó en un contraataque que culminó en los pies de Lucas Gomes y no fue gol gracias a los reflejos de Torrico.
Cauteruccio lo intentaría más tarde, aunque la emoción de una 'torcida' que ya iba preparando el traje de fiesta para la final estuvo a punto de cortarse en seco. El grito de celebración se le atragantó al Arena Condá cuando Blandi casi convierte en gol el último minuto, obligando a Danilo a sacar un pie milagroso.
Ahora sí, ya se podía gritar el triunfo de la Cenicienta mientras el arquero lloraba de la emoción sobre el gramado.
Demasiado para festejar en este equipo humilde, que con sus 43 años de vida hace siete que jugaba en la cuarta división brasileña, y ahora aguarda a saber quién será su rival entre el colombiano Atlético Nacional y el paraguayo Cerro Porteño en una gran final donde nadie le esperaba.
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