El extremo belga, desde esa rapidez vertiginosa con la que se despliega hacia el ataque, sobresalió en un partido siempre de color rojiblanco, sin duda sobre el ganador desde el 1-0 en el minuto 23, con buenas sensaciones y protagonismo para Saúl y Óliver y con el gol que tanto buscaba Jackson desde hace más de mes y medio.
Ni una competición como la Liga de Campeones ni un equipo como el Atlético permiten concesiones, menos aún cuando la derrota de la última jornada ante el Benfica multiplicó la transcendencia de los tres puntos para el conjunto rojiblanco, necesitado de una victoria sí o sí para acomodarse en el grupo C, del que ahora ocupa la cima.
Y desde el Astana hubo algunas. Desde antes de viajar a Madrid, con media docena de titulares fuera de la convocatoria, que este miércoles ni siquiera completó -había 15 jugadores inscritos en la alineación oficial de la UEFA-, y durante el partido, por mucho que el Atlético tardara 23 minutos en conectar con el duelo y con el primer gol.
Antes, a trompicones, sin nada más allá de seriedad e intención, el conjunto rojiblanco generó sus ataques más interesantes desde los saques de esquina. Después de seis, de dos cabezazos del uruguayo Diego Godín y un par de remates del francés Antoine Griezmann, al séptimo abrió el Atlético el marcador de un triunfo luego plácido.
De estrategia. La maneja con destreza y mucha variedad. Este miércoles añadió otra jugada ensayada más con éxito. Ya la había practicado en los entrenamientos y funcionó a la perfección a la primera. Gabi la puso en juego en corto hacia la entrada en velocidad de Yannick Carrasco, fuera de la vigilancia del Astana a pesar de su sospechosa posición pegado a banda unos metros más atrás. Llegó hasta línea de fondo y culminó Saúl de tacón (1-0).
Un buen gol, por su diseño, la sorpresa que causó en el oponente, la precisión con la que la desarrolló y sobre todo el remate del centrocampista, asistido por el extremo belga, que crece con fuerza con el paso de los encuentros. Tuvo velocidad, voracidad ofensiva, desborde y regate, algunos de los que causan sensación en la grada.
También evoluciona el colombiano Jackson Martínez. Aún por debajo del nivel que puede y debe alcanzar en el Atlético, pero ya con gol. No marcaba desde la segunda jornada ante el Sevilla, su único tanto hasta este miércoles, cuando recogió un rechace en el área, se dio media vuelta y encontró portería entre un par de rebotes (2-0).
El tanto, al borde la media hora y que constató que la victoria sería sí o sí para el Atlético, fue una liberación para el ariete, abrazado con efusividad por todos sus compañeros. Necesitaba el gol. Es el mejor antídoto contra las dudas para cualquier delantero, aún más ahora para Jackson tras una decena de partidos ya disputados.
Nenad Eric, el portero del Astana, tiró de reflejos y agilidad después, minutos antes del descanso, para evitar el segundo del atacante colombiano y el tercero del equipo rojiblanco, una aparente cuestión de tiempo entre un Atlético dominador sin discusión y un rival encomendado al orden, pero casi inofensivo de principio a fin.
Sólo disparó tres veces entre los tres palos de la meta de Jan Oblak en todo el partido, una de ellas con respuesta fenomenal del fiable portero esloveno. Fue ya cuando todo estaba sentenciado en la segunda parte, que no se alejó ni un milímetro del triunfo del Atlético, con descanso para el portugués Tiago Mendes, esencial para Simeone y sustituido por Óliver, y con goleada final en el marcador.
Mientras Carrasco seguía a toda velocidad su autopista por la banda izquierda con todo su repertorio de regates, un contragolpe impulsó el 3-0 para el Atlético en el minuto 63, culminado con una sutil vaselina de Óliver por encima del guardameta, y un gol en propia puerta añadió el 4-0 a un triunfo práctico del Atlético.
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