La "semana fantástica", con los dos clásicos en la cumbre, ratificó el proceso de descomposición que tiene sometido a los merengues, que en tres días se ha despedido completamente de dos de las tres competiciones.
Fuera de la Copa y resignado a la tercera plaza de la Liga, el conjunto blanco se aferra a la Liga de Campeones como único salvavidas de una temporada plagada de penumbra. Pero lejos de generar expectativas en Europa, donde ha reinado en el último lustro, el devenir continental es más que nunca una incógnita.
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Ni siquiera la visita del Ajax, con el marcador a favor, otorga cierto sosiego a un equipo resignado después de ser sonrojado por un Barcelona sin alardes. El Santiago Bernabeu, lejos de ser el fortín de antaño, se ha convertido en una pesadilla para el equipo blanco. Terreno abonado para el Barcelona, da la sensación de ser Chamartín un suplicio para el equipo de Solari.
El Barcelona ha campado a sus anchas por el recinto blanco. Ya no empuja como antes la grada, cansada de no encontrar respuesta de sus jugadores en el campo.
El equipo ha perdido alma. Carece del empuje y de la épica que encontraban el éxito en los minutos finales. Lejos de hacerse largos los partidos a los rivales en el Bernabeu, son eternos para el propio equipo blanco, resignado a su situación y a la impotencia.
Cinco victorias seguidas, incluida la del derbi del Wanda, reengancharon en su día al Real Madrid a la Liga. Solari se cargó de razones para maniobrar. Hasta que la derrota ante el Girona en el Bernabéu devolvió al equipo blanco a la realidad.
El Real Madrid regresó a sus orígenes. Al de principio de temporada. Con Julen Lopetegui como responsable del barco. Cuando acechaba insistentemente al área rival y cada ocasión se desvanecía.
Ocurrió entonces y también ahora. Incapaz de marcar al Barcelona en el Bernabéu en ninguno de los dos partidos, cada semana manda al limbo una nueva oportunidad.
En puertas de alcanzar la fase determinante de la temporada, el Real Madrid se aferra a la Liga de Campeones al amparo de su historia, pero en el alambre en el que ha quedado instalado después de una planificación plagada de carencias. Sin movimientos en los despachos para intentar paliar la marcha de Cristiano Ronaldo, no fue solución el cambio en el banquillo.
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La situación del Real Madrid y su descomposición devora también a Solari, fortalecido primero por sus atrevidas decisiones pero sin crédito ya. Después de decir adiós a las competiciones nacionales.
Con un vestuario sin fe, resignado y en parte en su contra, el argentino tiene, probablemente, un suplicio por delante en lugar de una ocasión histórica.
Se rodea el argentino de talento en el banquillo. Marco Asensio, Gareth Bale, Marcelo, Keylor, Isco... Talento. Referentes no hace mucho de un equipo campeón.
Un panorama desolador para el preparador argentino, al que ya le pone en cuestión la grada, que votó a favor de Isco cuando saltó a calentar. El hombre al que arrinconó y al que recurrió un cuarto de hora antes de certificar una nueva derrota ante el Barcelona, en el Bernabéu.
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