El entrenador, de 48 años, y que venía del Sassuolo, conoce perfectamente el club capitalino por haber sido jugador, mánager y ahora técnico.
De conducir un tractor en la plácida playa de Pescara a dirigir a la Roma en la histórica remontada ante el Barcelona. Eusebio Di Francesco no se contenta, sabe que su equipo tiene una oportunidad histórica de poner fin a su legendario derrotismo.
Di Francesco ama hablar, mucho y muy rápido. Adora explicar sus decisiones tácticas, su preferencia por el 4-3-3 o el porqué optó por un 3-4-3 que le sirvió para derrotar al Barcelona en la impensable 'rimonta' que llevó a la Roma a semifinales.
Pero tras cada victoria importante ha dicho que su objetivo y su orgullo es haber podido transmitir una mentalidad ganadora a un club demasiado acostumbrado a vivir lejos de los trofeos.
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En casi 100 años de existencia, la Roma ha ganado tres títulos de campeón italiano, 9 Copas y una Copa de Ferias.
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El orgullo romanista pasa muchas veces por meritorias segundas plazas, espectaculares triunfos sin continuidad, o de haber tenido a Francesco Totti, símbolo de la 'grande bellezza' de la capital italiana.
De segunda a la Europa League
Su destino de entrenador no era evidente. "Era la última cosa que pensaba hacer", contó el técnico de barba y gafas al diario La Repubblica cuando todavía dirigía al Sassuolo.
"Era mánager de la Roma, tras una petición de Rosella Sensi (entonces presidente) y Totti. Pero no estaba hecho para mí. Así que partí para gestionar un local al borde del mar, el Etoile d'Or, en Pescara. Al amanecer limpiaba la playa con mi pequeño tractor y estaba en paz con el mundo", explicó.
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Antes que el tractor en la ciudad bañada por el Mar Adriático, Di Francesco fue un centrocampista de calidad, 12 veces internacional y compañero de Totti cuando la Roma ganó su tercer y último Scudetto, en 2001.
Bautizado Eusebio en homenaje al Balón de Oro portugués, creció en una familia de hosteleros de Los Abruzos y ayudaba como camarero a sus padres hasta los 15 años.
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Sus cualidades como técnico se hicieron evidentes en el Sassuolo, al que condujo de la Serie B a la Europa League en cuatro años, con un parón de algunas semanas en 2014. La directiva le despidió por algunos malos resultados, antes de darse cuenta de que era peor sin él.
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'Un poco masoquistas'
En la Roma ha sido capaz de establecer una solidez y serenidad que no parecen propias de un club como el giallorosso, tradicionalmente frágil y explosivo. En Liga de Campeones no ha encajado goles en casa.
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"Somos un poco masoquistas", reconoce Di Francesco, sobre un sentimiento que quizás nació en la famosa final de la Copa de Europa en 1984 frente al Liverpool.
"Fue ese 30 de mayo de 1984 en el que se abrió el mundo paralelo en el que viven los tifosi de la Roma", escribió recientemente La Gazzetta dello Sport. Una derrota en casa, en los penales, todo una síntesis de la incapacidad del equipo para aprovechar sus oportunidades.
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Para Di Francesco, es el momento de romper con esa realidad paralela. "Debemos a aspirar a Kiev (final) ¿Por qué no creer en algo más grande después de un partido así?, dijo tras haber eliminado al Barcelona con un 3-0 histórico (derrota 4-1 en la ida), una respuesta recibida con aplausos por los periodistas italianos en rueda de prensa.
"Hoy es un gran día, pero no nos debemos contentar", subrayó como aviso a navegantes.
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