En el preciso instante del penal al palo de Otalvaro, corren todos los momentos de este primer semestre. La nube de imágenes que nos ciega y enmudece se convierte en un torbellino de tristeza y rabia. La mirada a la cancha donde nuestros jugadores se reúnen cabizbajos a su última reunión del centro del campo por este semestre. A mi lado los rostros buscan una explicación que calme la negación instantánea de la realidad azul. Las lágrimas y el silencio son el común denominador entre mis compañeros de tribuna. Aún reviso el terreno de juego y descorazonado acepto la dolorosa eliminación. Adiós estadio amado que muchas veces me ofreciste una salida alegre y esplendorosa y que hoy me das la espalda con la adversidad de la eliminación de mi amado Millos. Rumbo a mi casa, al lado de la mujer que me heredo este amor incontrolabe por el azul y blanco y que no pudo celebrar como quería su día, la cabeza abajo y la mirada perdida en el horizonte de quienes aún rogamos por ser despertados ante tan infausta realidad. El sueño del nuevo título estaba en todos nuestros corazones. Este Millonarios 2014-1 nos enamoró a todos. Con dudas y problemas al principio, pero siempre nos tuvo ilusionados con la noche mágica de levantar el trofeo de nuevo. Y ahí tan cerca de sentir esa ola de abrazos de nuestros amigos azules, fuimos despertados, como dice Juan Pablo Varsky, por un “Clanc”. Dolió el recorrido. Dolió ver a Bogotá tan taciturna y fría como impávida ante la ida de azul capitalino. Dolieron las preguntas de los niños preguntando si ya había otro partido para poderlo ganar. Duelen los remates en los palos que no entraron en los 180 minutos de esta semifinal. Nunca fue tan largo el camino al hogar desde El Campín como anoche. Los balances quieren interferir en nuestra tristeza pero es mejor dejarlos a un lado por ahora. El profesor Lillo (A quien espero ratifiquen) tendrá esos cálculos bien hechos para saber que jugadores deben seguir y cuales deben dar un paso al costado. Siempre hay culpables de las derrotas. Cada corazón azul sentirá quien hizo o no lo suficiente en esta semifinal. El amor colinda peligrosamente con la decepción. Nuestros ídolos de hoy fácilmente mañana pueden los causantes de nuestras penas futbolísticas. Muchas veces entre las personas que queremos, para expresar un apoyo o cariño, les enviamos “un abrazo de gol”. Creo que es más profundo ese abrazo de consuelo y apoyo en momento duros como los de anoche. Porque significa al renovación constante del sentimiento de nosotros hacía Millonarios. Sí, estoy jodidamente triste y como dice Nicolas Samper hoy es un lunes de mierda. Pero hay que seguir como siempre lo hacemos los hinchas de Millonarios y esperar al 20 de Julio que ruede el balón contra Envigado. Un abrazo para todos los hinchas de Millonarios…los abrazos de gol volverán y juntos estaremos soñando de nuevo. MINUTO FINAL: Mención especial para Oswaldo Henriquez. Jugador de la cantera azul y quien ha mostrado que su paso por el exterior le sirvió para madurar futbolísticamente. Muy buen semestre del canterano. MAURICIO GORDILLO @MAUGOR
Actualizado: enero 25, 2017 02:49 p. m.