Para la juventud de hoy, "El Pelusa" es un simple coquero, lo juzgan, pero ni lo vieron jugar y menos aún conocen su historia. Sin pecar de egocéntrico, quiero compartir la siguiente anécdota: Yo conocí a Maradona, y tuve el placer de hacerlo en 1985, cuando ya era ídolo, justo un año antes de que se convirtiera en D10S.
Primer Capítulo. "Por lo menos vi"
Fecha: Viernes 31 de mayo de 1985.
Lugar: Hotel La Fontana de Bogotá.
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Evento: Transmisión vía microondas (lo más moderno de la época) desde la concentración del seleccionado argentino y enlace con el hotel Hilton donde estaba Colombia. Idea del Noticiero de las 7.
Motivo: Ambas selecciones se enfrentaban el domingo 2 de junio en el estadio El Campín por la eliminatoria a México 86.
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Con 13 años y por influencias familiares de esas que tanto se ven en nuestro país, se me dio la oportunidad de elegir en qué lugar de la transmisión quería estar. "En el Hilton estará Willington Ortiz y en la Fontana vamos con Maradona, van a hablar al aire en vivo y en directo".
No lo pensé dos veces. Mi patriotismo quedó en el olvido y de inmediato respondí: "Voy para la Fontana". Con el respeto que me merece "El Viejo" Willy, la oportunidad de ver en persona a Maradona era única. ¿O usted mi apreciado lector hubiera hecho lo contrario?
Para la época, Maradona ya completaba un año con el Nápoles y su vida marchaba sin mayores contratiempos. Ya era un ídolo en mi vida, a pesar de la pobre actuación del "10" en España 82. De igual forma, ya en nuestro país se percibía ese curioso ambiente de odio con admiración hacia el creativo gaucho.
La cita era a las 7 de la noche, como pocas veces lo hace, Maradona llegó cumplido. Yo estaba junto a una cámara y la transmisión la coordinaba el hoy director de noticias Daniel Coronel, en el momento un inquieto practicante que terminaba sus estudios de periodismo.
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Ese día, solo le vi la frondosa cabellera a Maradona y fue más lo que pude ver a través de un monitor. Escuché su voz, le toqué la espalda y nada más...Llegó en medio de una montonera de gente y de igual forma salió. Mi esfero quedó sin uso y mi papel en blanco.
Salí algo aburrido, le "chicanié" a mis compañeros sobre el evento, exageré, pero al final me llevé su admiración. La gran noticia llegaría al entrar a mi casa. Mi madre me lo dijo y no pude dormir en toda la noche. A Maradona le gustó la nota que se hizo con Willington Ortiz y accedió a cenar en privado con el director del Noticiero de las 7 (mi padre).
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Segundo capítulo."El elíxir"
Fecha: 1 de junio de 1985
Lugar: Hotel La Fontana de Bogotá.
Evento: Cena privada con mi presencia, la de mi padre, mi hermano, dos amigos que invitamos y, por supuesto, Diego Maradona.
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Motivo: Al "10" le cayó bien mi padre y gracias al nepotismo tuve el privilegio de ir.
Cuando me monté al carro iba "armado" con una libreta sin usar y tres esferos por si alguno fallaba. No hablaba de los nervios y los trancones sabatinos de la vieja calle 127 se me hacían eternos. Junto a mí había un regalo y al indagar qué era, supe que mi padre le llevaba a Maradona una colección de cassetes (no existía el CD) del mejor vallenato colombiano.
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Entramos al hotel La Fontana y nos recibió el jefe de prensa de la selección Argentina. "Diego ya baja de su habitación, lo pueden esperar en el restaurante", dijo el comunicador gaucho.
Entramos, nos sentamos y esperamos. Afuera, apostados casi sobre las ventanas, una decena de cámaras aguardaban al ídolo. Todo se alborotó de un momento a otro, Diego Maradona bajó, muchos trataron de entrevistarlo y nunca olvidaré su gesto y su voz: "Disculpen, tengo una cita con unos amigos". ¿Amigos? Aún me río al momento de escribir estas líneas. Yo en ese momento fui amigo de Maradona...
Lo vi venir, vestía una sudadera blanquiceleste marca Le Coq Sportif. Estaba sin afeitar y lucía una barba de una semana. Nos saludó con una sonrisa, me apretó la mano y se sentó a mi lado.
Era una cena pero no probamos bocado. Diego ya había cenado con sus compañeros de equipo y nosotros solo pedimos gaseosa a pesar de la insistencia del "10" para que comiéramos algo. La pena y la emoción quitaron el hambre..
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Mi padre encabezó los temas y yo de vez en cuando metía "la cucharada". Hablamos del mundial 78, de España 82, de Kempes, de Menotti, de su vida, del Nápoles, del manejo de la fama, de sus gustos musicales, de la dictadura, de sus amores y del partido del día siguiente ante Colombia. Incluso dijo que ganarían 3 por 1 y al final acertó.
Maradona hablaba, yo lo miraba, analizaba cada gesto, cada palabra. Sus tenis eran Puma y me asombró lo pequeño que era su pie. Su voz era diáfana y suave. Nada que ver con la ronquera indescifrable de sus últimas entrevistas.
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Nos hizo reír en muchas ocasiones, ese Maradona modelo 85 tenía un gran sentido del humor. Cada rato me tocaba en el hombro para decir algo. Incluso me preguntó si yo jugaba fútbol y al decirle que también era zurdo me dijo "pibe, somos hermanos de pierna con clase". Luego soltó esta perla: "Zurdo que se respete debe darle magia a la pelota".
La cena iba a durar 45 minutos y se extendió por dos horas y media. Yo notaba como los otros comensales nos miraban con cierta envidia. En las ventanas, las cámaras que esperaban a Maradona se iban yendo y al final el restaurante fue solo nuestro. Yo, un "x", tenía al mejor jugador del mundo a mi lado y descubría en él a un ser humano sencillo, amable, decente y conversador.
Mi padre le entregó la colección de vallenatos y le gustó. Luego, todavía con cierta timidez, se vino el rosario de autógrafos. Ya a las 11 de la noche, el médico de la delegación vino a decirle al "10" que era hora de dormir. Maradona se paró, nos dio un abrazo y dijo: "Hasta una próxima oportunidad y que Dios los bendiga". Esa noche tampoco dormí...
Tercer capítulo. "El Baile"
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Fecha: 2 de junio de 1985
Lugar: Estadio El Campín
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Evento: Partido por la eliminatoria mundialista a México 86 entre Colombia y Argentina.
Motivo: Ver en acción a Maradona y hacer fuerza por una victoria colombiana.
Me fui al estadio con una sonrisa de oreja a oreja. Por un lado, quería la victoria colombiana, pero también quería ver a Maradona y disfrutar de su fútbol. Al final, Argentina le dio un baile a Colombia y la venció 3 por 1 con goles de Pedro Pablo Pasculli a los 43 y 68, Jorge Burruchaga a los 88 y por Colombia descontó Miguel Augusto Prince a los 61.
Maradona jugó bien pero fue más lo que hizo para el público que llenó el Campín. Cobraba un tiro de esquina y le lanzaban naranjas. "El 10" las recogía y hacía 21. Los hinchas se paraban y lo ovacionaban. Maradona salió aplaudido.
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Cuarto Capítulo: "El Epílogo"
Un año después el hombre con el que compartí una cena alzaba la Copa del Mundo en el Azteca del DF de México y se consolidaba como el mejor del mundo. Hoy, 26 años después, esa misma persona ha protagonizado todos los escándalos futbolísticos y extrafutbolísticos posibles y está sin trabajo tras salir del Al-Wasl, el equipo que lo contrató para dirigir después de fracasar al frente de la selección a la que llevó a dos finales de la Copa del Mundo.
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Mi Maradona no es perfecto. Para los niños de hoy es un coquero, para mí fue un ser humano enfermo de los que se ven en muchas familias por la droga, el trago, la cleptomanía o vaya uno a saber qué. El Diego que yo conocí sigue siendo mi ídolo y siempre estoy pendiente de él, como cuando cenamos en el 85...