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Faryd Mondragón y el destino trágico de los arqueros

La información dice que Faryd Mondragón intentó suicidarse. En un país godo como el nuestro estos temas son dolorosos, complejos, pesados y más cuando se trata de un personaje público grabado ya en la mente de todos los colombianos. Los más jóvenes lo recuerdan como el capitán del Cali que se dio el lujo de atajar unos minutos en Brasil 2014 y convertirse a los 43 años en el jugador más veterano en actuar en una Copa del Mundo; en Europa no olvidan sus tremendas actuaciones con Galatasaray, Metz y Colonia (y precisamente por eso el incidente que la Clínica Valle del Lilli definió como "un cuadro de descompensación metabólica" le está dando la vuelta al mundo) y en Argentina es ampliamente conocido como ídolo de Independiente, pero para mi Faryd hace parte de un momento imborrable en mi vida como hincha: Francia 98. Para los que lo vimos llorando inconsolablemente tras el papelón de ese Mundial, cuando una selección Colombia dividida en su camerino se despidió después de perder frente a Inglaterra en una noche en la que él fue el único que se enteró de que estaba vistiendo la bandera nacional, Faryd Mondragón es eterno. Por eso es difícil entender que alguien así de querido, con esta reputación, con esa leyenda, haya intentado suicidarse con pastillas antidepresivas, que es la información extraoficial que se maneja desde Cali. Pero Faryd es arquero, y los arqueros son diferentes. “Lo primero que hay que decir es que no cualquiera se suicida –dijo en 2011 Marcelo Roffé, psicólogo de la Selección Colombia y la Argentina en la respectiva era Pekerman, a la famosa revista El Gráfico-. Tiene que haber causas que lo hagan sufrir de manera tal que entienda que la muerte es una salida posible. Ahora, que la estadística esté engrosada en los arqueros no es casual y tiene que ver con el rol que cumple, con la percepción de fracaso, con la soledad y la ingratitud del puesto. El perfil psicológico del arquero es particular. Se trata de un puesto individual de un deporte en equipo: es el que viste distinto, el que entrena diferenciado, el único que puede utilizar las manos, al que a veces le cuesta integrarse al grupo, y aquel al que le ponen la etiqueta de boludo o de loco. El mismo arquero a veces lo asume”. Inevitablemente pienso en Alberto Vivalda, aquel arquero genial de Millonarios en los 80 que en 1994 se lanzó a las vías del tren tras un divorcio cumplicado, o en Robert Enke, seleccionado alemán y arquero del Hannover que repitió la cruda escena en 2009 acosado por la depresión, esa palabra a la que los machos no le hacen frente porque se supone que sólo las mujeres se deprimen y que acosa particularmente a los hombres en Colombia según datos de la Asociación Colombiana contra la Depresión y el Pánico (Asodep). Nuestro país es el tercero en la lista de suicidios en América Latina, y el número de hombres que se suicidan triplica al de mujeres, por lo que lo de Faryd no es precisamente una excepción. Y además, insisto, es arquero. La lista de porteros que se han suicidado en el mundo triplica en número a la de los jugadores de campo e incluye no sólo a Vivalda y Enke, ahí están Osvaldo Toriani -campeón de Libertadores con Independiente-, y su suicidio con gas tóxico en 1988 tras la muerte de un hijo; la tragedia de Luis Ibarra que en 1999, siendo arquero de Tigre, asesinó a su esposa y se lanzó de un décimo piso; Lester Morgan Suazo y su disparo en la cabeza a los 25 años cuando tapaba en Herediano de Costa Rica; Dale Roberts y la soga que le quitó la vida cuando decidió colgarse a los 24 años justo antes de un partido de la Copa FA; el tiro que se pegó Martín Cabrera a los 21 años cuando acababa de ser ascendido al primer equipo de Cerro Porteño... la lista es larga, es dolorosa y ratifica que los guardametas tienen una tendencia realmente particular hacia la depresión. “Al ser un puesto tan individual, existe mucho miedo a fracasar, a equivocarse, a no dar lo que se espera de él", señaló en su momento Roffé: "Primero detectás los miedos que los atormentan, después los demenuzás y los trabajás con visualizaciones, por ejemplo. Visualizar es ver con los ojos de la mente, un trabajo cognitivo que permite que llegues más optimista al partido porque psiconeuromuscularmente produce el fenómeno de ‘dejá vú’, y ya queda en la memoria”. Faryd, que se recupera en Cali de un incidente que aún no es claro y seguramente no lo será por todos los prejuicios y cargas morales que hay en Colombia, se enfrenta ahora al juicio de muchos ignorantes que no saben por lo que ha pasado. Desde acá sólo le pido que, más que recordar toda la gloria que vivió, visualice y sepa que aún tiene mucho que darnos y que somos más los que estamos con él en las buenas y en las malas. En Twitter: @PinoCalad

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