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Héctor

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Héctor es un nombre propio masculino de origen griego que significa “tener, poseer” es decir, un Héctor es un poseedor, una persona que lo tiene. Curioso, no lo sabía, pero tiene el sentido del mundo teniendo en cuenta que nuestro director técnico en Deportivo Cali es Héctor Cárdenas, si, un “poseedor” porque tiene todo para sacar al equipo campeón, pero, ¿podrá?

Vos podés tener de todo, pero si no lo sabés administrar, si no lo sabés aprovechar, si no lo sabés usar ese “tener” es un gran nada.

Tenemos, hablo en plural porque tanto Héctor como nosotros formamos parte del Deportivo Cali, esto no es solo de él, que quede claro.

Les decía, tenemos en el Deportivo Cali todo. Arranquemos por Héctor, por el “poseedor”. Cárdenas tiene un asistente técnico de lujo. Con experiencia en diferentes instancias, manejo de camerino (incluido el del Barcelona que no es cualquier cosa) y títulos, diez para ser exactos. Ahí hay conocimiento, experiencia y mentalidad ganadora. ¿no?

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Contamos con un preparador físico también con largas horas de trabajo acumuladas en diferentes grupos y con novedosas técnicas que está soportado en un envidiable y ejemplar cuerpo médico. Estamos a tope ahí.

La nómina con la que cuenta Héctor, la que tenemos, la conoce desde el inicio del semestre pues en su calidad de director deportivo los vio llegar y seguro, espero, estaba al tanto de su progreso, comportamiento y calidad. El Deportivo Cali tiene talento, tiene jugadores de muy buen pie, rendidores y con condiciones para ser mirados (y deseados) por otros equipos. Hay jóvenes figuras y veteranos consagrados, una mezcla que ya probó en el 2015 que da resultados si es explotada como se debe.

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Los nombres están, sus características, en el papel, hablan muy bien de ellos, pero, ¿por qué eso que tenemos no le sacamos mayor provecho? ¿Qué falta Héctor?

Cárdenas regreso al banquillo del Deportivo Cali en este 2017. Estuvo en el 2012 y en el 2014. La última vez, por su inexperiencia y alguna que otra cosa de esas que el fútbol guardará en silencio, tuvo que salir a prepararse. Dejó el puesto con un 48% de rendimiento, sin títulos.

Ahora, en esta nueva oportunidad, en esta nueva apuesta de “todo o nada” del comité ejecutivo en cabeza de Álvaro Martínez, Héctor tiene un rendimiento del 70% en diez partidos. (21 puntos de 30 posibles) Es más, solo ha perdido uno, ese que no podía perder.

Tenemos, como Héctor, una institución sana económicamente, un estadio envidiado por muchos, una nómina lo suficientemente buena y amplia para aspirar a grandes cosas y un cuerpo técnico con experiencia y vocación ganadora. Tenemos todo, tan lo tenemos todo que los “enemigos” se han multiplicado desde sus micrófonos y teclados, esa es la mejor prueba de que hay algo en nosotros que les atemoriza y que, por supuesto, no quieren que tengamos los resultados para taparles la boca.

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Entonces, señor “poseedor”, señor Héctor, ¿Qué pasa que el equipo juega sin convicción, sin ganas y solo se enciende cuando está debajo en el marcador?

¿Por qué, teniendo todo, nos enredamos escandalosamente contra un equipo con nueve hombres y la cabeza en otro lado al saberse enajenado por el juez?

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¿Por qué, en serio tengo esa duda, necesitamos ir perdiendo contra un equipo que no figura en la “B” para salir a buscar el partido tras 72 angustiosos minutos?

Héctor, otra vez, ¿qué falta?

Entiendo, es válido, aunque incómodo y poco deseable, que en el mal llamado fútbol moderno prime el resultado sobre el espectáculo, pero, ¿el fútbol del Cali tiene que ser de chispazos y ya? ¿no podemos, digamos, salir a ganar desde el inicio y buscar algo más que la trajinada apertura de cancha con dos laterales que les cuesta centrar?

Tenemos todo, lo sé, lo sabés, lo sabemos. Entonces, soportemos ese muy buen rendimiento del 70% con algo más que ruedas de prensa llenas de lírica, traslademos esa poesía a la cancha, interpretemos mejor esa oda a la palabra y convirtámosla en un maravilloso recuerdo de entrega, dedicación, fútbol y goles. Se puede, sabemos que si porque esos esperanzadores chispazos así lo dictan.

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Héctor, tenemos una obligación y un compromiso: lograr la décima. Vamos, estamos juntos en esto, como siempre, hay que poner, hay que meter y hay que, como lo hacemos todos, exigirle al profesional que se entregue a tope, y tener ambición, voluntad, deseo y la fuerza testicular para que vaya, con nosotros, por lo que es nuestro: la gloria.

Vamos Cali, que se vea mejor ese 70%, no es mucho pedir y menos cuando lo tenemos todos.

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Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.

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