Estadio de Wembley. 30 de julio de 1966. Final entre Inglaterra y la República Federal Alemana. Geoff Hurst dispara, la pelota pega en el palo horizontal y pica. El árbitro suizo Gottfried Dienst sentencia la anotación sin saber que años después aún se dudaría de su decisión. Minutos después, marca el final del partido con el 4-2 en el tablero y, por ende, decreta el primer y único título inglés en un Mundial. Free State Stadium. 27 de junio de 2010. Inglaterra y Alemania se enfrentan de nuevo, ahora por un cupo en los cuartos de final en Sudáfrica. Dispara Frank Lampard. La pelota pica en el palo horizontal y entra claramente. El juez uruguayo Jorge Larrionda enmudece. Se oyen las ‘vuvuzelas’ y los reclamos ingleses, no el pito. El asistente Mauricio Espinosa tampoco levanta el brazo. Sigue la lucha. Final: 4-1 a favor alemán. Es el error humano, por el que también han caído aviones. Es la falla natural. Argentina, que contra México se acaba de beneficiar de un yerro arbitral, lamentó al curiosamente mexicano Edgardo Codezal en la final del ´90 y su determinación de dar un penalti discutido a los alemanes. Igual Italia, cuando el ecuatoriano Byron Moreno los sacó del Mundial 2002 en el choque ante Corea de octavos. Qué decir del gol con la mano de Maradona en 1986. Fallas arbitrales han sucedido decenas de veces y seguirá siendo así hasta que la FIFA no se incline por introducir la tecnología para determinar si hubo o no una anotación. Pero ese cambio no se avecina, aunque se acerca con tantas equivocaciones de los colegiados. “Si la ciencia entra al deporte, no hay discusiones (...) no queremos eso. Queremos tener esas emociones, y algo más que la emoción, la pasión”, aseveró hace poco Joseph Blatter. Que los árbitros no vean ese gol de Lampard es increíble, dijo Fabio Capello, quien pidió un quinto juez para "esta clase de jugadas". Es triste, pero pasa. El partido hubiera sido diferente, es verdad. No hubiera terminado en goleada, de pronto. Eso nunca se sabe. A Inglaterra nadie le usurpará el título de 1966. A Alemania tampoco esta última y memorable goleada. El gol de Tévez ante México en fuera de lugar ya es historia consumada. El árbitro, siempre culpable, a veces niega o da goles inexistentes y eso es una barbaridad, una injusticia. Sin embargo, así es el fútbol de hoy, da y quita, para bien o para mal de gustos. Acabar esa probabilidad de error sería matar algo de su naturaleza imperfecta. Todo sobre la goleada de Alemania ante Inglaterra: AQUÍ
Actualizado: enero 25, 2017 02:40 p. m.