Desde el foco de atención a la memoria operativa. De la sucesión de pases, al juego directo. De las conexiones entre líneas a la asociación de jugadores e ideas. Siempre en defensa de la pelota, de la ambición, de la búsqueda del gol, con énfasis repetido en el fútbol sin trampa. Con el empeño de encontrar fortalezas para enfrentar a Alemania, el favorito de muchos, en el próximo Mundial de Rusia 2018.
Su charla fue con clase y nivel, en la cumbre del futbol en Bogotá.
Hipnotizados los presentes con su lenguaje claro y la solidez de sus conceptos, resaltó la importancia del control aéreo y de la pelota quieta con su influencia en el resultado. Del valor de los últimos metros y de los minutos de cierre. “¿Cuántos partidos se definen en los tramos finales?”.
Habló de los tiros de esquina, de los goles de cabeza, del juego elaborado, de la pelota quieta, de dudas y de convicciones. De transiciones rápidas y elaboradas, de la sorpresa en el juego y del fútbol directo. De las actuaciones sin complejos, cuando el miedo acosa. De la toma de decisiones como parte vital de la competencia.
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De la preponderancia de la preparación física y la atlética, para argumentar con movimientos y giros el control de la pelota.
“El mejor equipo no es el que tiene los mejores jugadores. Lo es el que tiene los jugadores que mejor juegan en equipo”. Lo dijo para resaltar el trabajo colectivo, por encima del indescifrable talento individualizado. Se rindió ante Messi.
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Se refirió a la Selección Colombia con entusiasmo. Resaltó la calidad de los jugadores y se unió a las expectativas positivas que tienen los aficionados, deseando para todos los mejores resultados.
“No me preocupa la postergación de mi sueño de llegar algún día a la Selección, siempre y cuando ésta brille en el próximo Mundial.”
Juan Carlos Osorio, auténtico. Directo. Sin malabares en la lengua para cantar sus verdades que sabe no son únicas, todo recreado con videos, como aquel de la “manada” para referenciar la búsqueda frenética y colectiva de la pelota, por parte de los holandeses, cuando la perdían por allá en el lejano 1974. Que placer verlos.
Osorio líder, con ideas renovadas, ante un auditorio absorto. Cuánto conocimiento en su discurso. Cuánto de la realidad del juego. Cuánta resiliencia. Cuánta expectativa por un Mundial cuesta arriba y no imposible con México. Dos horas y media de conferencia con cena posterior e invitados de lujo, hasta las tres de la mañana. Qué cara tenían los meseros, por la tardanza en abandonar el sitio.
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