En partido a disputarse este domingo a las 10:00 a.m., hora colombiana, en el estadio de Luzhnikí en Moscú, franceses y croatas lucharán a muerte por coronarse como los nuevos monarcas del fútbol mundial.
Los protagonistas de la final del Mundial de Rusia rechazaron pisar este sábado el escenario del partido. Franceses y croatas divisaron el imponente estadio moscovita de Luzhniki a lo lejos, desde los campos número 8 y número 10 del complejo deportivo. Ahí entrenaron por última vez antes del envite.
Los galos, en un clima de sosegada espera, se exigen no repetir los errores que hace dos años les negaron el título continental.
En el lado de los Vatreni, por su parte, impera la confianza y la relajación. Saben que la presión está en el bando rival, ya que a ellos nadie los aguardaba en Moscú el día 15 de julio.
"Si ganamos el trofeo, nadie va a estar más orgullosos que nosotros. Y si perdemos, felicitaremos a nuestros rivales. Estamos aquí para disfrutar de esta final", comentó a mediodía el seleccionador croata, Zlatko Dalic.
"Ganemos o perdamos, pasará algo grande en Croacia", apuntó.
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Mejorada la historia de su fútbol con el pase a la final -en 1998 se colgaron la medalla de bronce; en 2018 tendrán la de oro o la de plata-, el técnico bosnio adelantó el mensaje que trasladará a los suyos: "Id y haced vuestro mejor fútbol".
Esa es, para él, la única premisa a las puertas de un duelo histórico que celebrarán 4,5 millones de compatriotas.
Y es que "un país pequeño", como destaca el lateral de su autobús oficial, sigue persiguiendo "grandes sueños".
La frase que marcará el discurso de Zlatko Dalic sirvió a Luka Modric de inspiración en el pasado. El fallecido Johan Cruyff la pronunció en el vestuario del estadio de Wembley antes de la final de la Liga de Campeones que el Barcelona ganó en 1992. "Es una frase que yo recuerdo mucho", reconoció el ídolo madridista.
En Francia, en cambio, la pauta es la "convicción", la "calma", la "concentración" y la "seriedad".
Esas palabras se repitieron durante la conferencia de prensa del capitán Hugo Lloris y del técnico Didier Deschamps, decidido a hacer historia. Campeón del mundo como jugador en 1998, aspira a serlo también como seleccionador para equipararse al brasileño Mario Zagallo y al alemán Franz Beckenbauer.
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"He intentado transmitirles a los jugadores que están probablemente ante el partido más bonito de sus vidas. Es un privilegio jugar este partido. No hay nada más importante", sostuvo el preparador de Bayona.
En las horas previas a la final, Deschamps debe alejar del grupo el sentimiento de culpabilidad que les acompaña desde el verano de 2016, cuando la euforia desmedida por la clasificación para la final de 'su' Eurocopa se tornó en una profunda decepción por la derrota (1-0) ante la escuadra de Portugal.
"Para los jugadores que estuvimos allí fue difícil de digerir", reconoció el guardameta del Tottenham, Hugo Lloris.
"Pero esto es fútbol. No sabíamos que íbamos a tener una segunda oportunidad y que podríamos representar a nuestro país en la final de un Campeonato del Mundo", agregó.
Ahora les sobreviene una reválida. Quieren aprovecharla.
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