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Los galones no se compran: el arduo camino del PSG

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PSG en el Santiago Bernabéu - AFP

París ha sido por muchos años una de las capitales del mundo en cuanto a muchas cosas: gastronomía, moda, arquitectura, glamour y, por si fuera poco, la capital del amor. Sin embargo, difícilmente encontramos a la ciudad luz en lista de capitales del fútbol. Esa categoría de templos se ha reservado históricamente a ciudades industriales, hogares de los clubes más célebres. Manchester, Milán y Múnich, son algunos ejemplos; por su parte Madrid y Barcelona, más aún en los últimos años, han tomado ese protagonismo impulsadas por la rivalidad entre sus clubes.

No obstante, París ha sido catapultada al estrellato futbolístico en la medida que el PSG, un club con apenas 46 años de historia, fuese adquirido por un magnate que, rompiendo el mercado de fichajes, ha posicionado al equipo entre la aristocracia de la UEFA, al menos en cuanto a nómina se refiere. Fichajes como Ibrahimovic, Cavani y sobre todo los escandalosos 230 millones euros desembolsados por Neymar ha sido noticia en los últimos años. Hoy por hoy, los parisinos tienen una de las nóminas más importantes del mundo y muchos los ven como favoritos para imponerse en la Champions League.

Ahora, la ‘Orejona’ tiende a mostrarse reticente con equipos armados a golpe de chequera. Esta temporada parece no ser la excepción, donde el PSG se encontró con un Madrid que venía cojeando pero, siempre temible, impuso su mayor jerarquía en el partido de ida de la llave de octavos. El 3-1 deja a los hombres de Emery en la incómoda situación de tener que vencer a los blancos por 2-0 para clasificarse. Dicho encuentro se plantea como un duelo entre un PSG que debe salir a buscar los goles que le den el tiquete a cuartos contra un Real apostando a la velocidad de hombres como Cristiano y Bale, pudiendo ser fulminante en la contra. Si bien el tridente de Mbappé, Cavani y Neymar es demoledor, dudo que sea suficiente para vencer a un Madrid que, como he manifestado antes, cubre sus falencias colectivas con el gran peso específico de sus hombres y, sobre todo, con el hecho de tener aura y mística. En pocas palabras, el buen juego no es suficiente y los parisinos deben buscar en su interior para mostrar de qué madera están hechos, cosa que no se vio en el Bernabéu.           

Equipos como el Madrid, el Barcelona y el Bayern Múnich tienen algo que no se puede comprar: los galones que muestran sus equipos, el peso de la camiseta y lo intimidante de su localía no se adquiere de la noche a la mañana. El Chelsea puede dar fe de ello: debieron pasar nueve años después de que Abramovich comprara el equipo y lo inundara de estrellas para poder consolidarse con un título del calibre de la Champions League. Si bien el fútbol nos escribe una nueva historia todos los días, la ‘Orejona’ nos sugiere que el camino es arduo y lo más probable el que el PSG deba esperar cuando menos un año más. La Liga, por su parte, parece pan comido, un nuevo fracaso aquí -perdió el título hace un año con un Mónaco con menos figuras, pero más conjunto- podría sentenciar a Unai Emery. Señores, se hace camino al andar.

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