Han pasado 18 años desde aquel golazo de chalaca de Ricardo Lunari contra Nacional , contra el mítico René Higuita en El Campín. Desde entonces Millonarios solo consiguió una estrella en Colombia, hace apenas un año, y pocos meses después el club se desbarató. Ahora llega un nuevo entrenador con suficiente inteligencia para saber que este equipo hoy está hecho solo para milagros. No hay que decirse mentiras.Lunari suena bien para la afición porque fue un lujo como jugador, pero el reemplazo de Lillo en Millonarios no tiene un pergamino que hable por sí solo como entrenador. Sus pasos en Guabira, Santiago Morning, Deportes Valdivia o como DT interino de Newell’s pueden demostrar experiencia, aunque no grandes logros. Quien piense así no debe ser calificado de agorero. Guardiola no tenía gran pasado como técnico y marcó la historia del fútbol con su irrepetible Barcelona. El actual campeón del mundo, Joachim Löw , tampoco se preciaba de un gran cartel como entrenador antes de triunfar en Brasil 2014. Así hay muchos casos más, lo cual prueba un básico de todos los empleados del fútbol: que todos tienen vía libre para triunfar o fracasar. El problema es que las cosas como están ahora se prestan más para lo segundo. Lunari llega cuando en el equipo no hay sonrisas. Si las hubiera serían descaradas. En el cuadro azul “Brilla por su ausencia el pundonor deportivo”, tal cual describió El Espectador. Van seis fechas sin triunfos y está el pésame recibido en la Copa Suramericana y la Copa Colombia, sin contar la histórica goleada que le encaró Nacional. Millonarios no debería estar así, obligando al aficionado a un pobre debate sobre quién es mejor (o peor) entre Alex Díaz o Luis Mosquera; acerca de quién es mejor (o peor), si Andy Polo, Fernando Uribe o Javier Reina. En armar un escándalo con un refuerzo ignoto como Sebastián Pinto. No hay ilusionista que valga. A Lunari se le pueden exigir los resultados que infunde la camiseta azul en esta Nación, pero reclamarle el título puede sonar atrevido, así el fútbol colombiano sea una patética disputa carente de talento. Así cualquiera pueda ganar. “En Millonarios los futbolistas no tienen duchas y los masajes se los tienen que dar en el suelo. Además, las guerras sucias y la inestabilidad institucional se han convertido en una tradición dentro del club colombiano”, relata un artículo de El País de España sobre Lillo (en el que lo recuerdan mentirosamente como posible reemplazo de Pékerman en la Selección Colombia). Lo anterior dice mucho. Millonarios está a cien mil años luz de ganar la Copa Libertadores, lo cual debe ser el parámetro y la meta de los grandes clubes en Colombia. Y lo que del club se desprende es caos y desorden. Millonarios está en la misma anarquía de la ciudad que lo acoge. Lunari es entonces uno más, un técnico más de tantos que cambian de puesto al año, Lunari es un golpe de opinión ante las palabras de Lillo, que aunque sonoras no surtieron efecto en la cancha. "Vamos a poner nuevamente el nombre de Millonarios bien arriba" , dijo el nuevo técnico de Millonarios, entusiasmado como debe ser. ¿Qué es “bien arriba”, pregunto yo? Lunari. Lunari. Lunari. Es el nuevo referente a ser trillado. Ojalá sea para bien. Seguir a @javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:46 p. m.