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¡Oh!-rejuela

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De a poco los hinchas, los de siempre claro, fueron registrándose y abonándose, no serían muchos para el debut en la Liga Águila, pero digamos que no es tan grave, salvo que te guste contar hinchas en las gradas más que lo que sucede en el terreno de juego.

Poco más de 8.000 ya están abonados y ellos, junto a socios, palcos e invitados llegaron al estadio el pasado sábado en la noche para ver, como debe ser, con sus propios ojos la realidad de los dirigidos por Cárdenas/Pautasso quienes, con equipo mixto, habían rescatado un empate en Zipaquira frente al Cúcuta por el juego de ida de la Copa Águila.

Había, siempre las habrá, muchas dudas acerca del funcionamiento del equipo, particularmente en lo defensivo, pero pocos pudieron ser testigos de eso ya que Dimayor decidió no pasar el juego por TV y la prensa caleña, salvo dos o tres, decidieron no cubrir el encuentro por radio. Sus razones tendrán, debe ser que solo les da rating el promover equipos de limpieza, en fin, su asunto.

Fútbol. Deportivo Cali salió con su equipo de lujo. Ingresaron los recién llegados, Jeréz y Castro. Faltó Sambueza por suspensión así como Rosero y Roa por lesión. Adelante el vituperado Duque y en la zaga el que “nos pone a suspirar” Quintero. De resto, los mismos, esta vez con Orejuela y Benedetti, que perdieron la final recientemente.

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Dos pelotas tuvo Amaya y no logró darles buen uso. La tribuna virtual, porque no logré ir al estadio (cosa que lamentaré cada vez que me suceda) inició su particular modo de apoyar a Cesar como lo saben hacer: destruyéndolo.

Igual, porque el fútbol es lindo y el muchacho no se rinde, Amaya en la siguiente que tuvo la mandó a guardar. Golazo, bien por él, ya había anotado a mitad de semana. Esperemos siga en racha.

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Envigado, que no son cojos ni juegan amarrados, empató y se fue arriba en el marcador antes de terminar el primer tiempo. La fórmula, una vieja conocida nuestra y que nos sigue, inexplicablemente, doliendo. Pelota quieta y juego en defensa por arriba negativo. Errores individuales, Quintero, Abel y Jerez fueron generosos con el rival. ¿Hasta cuándo?

No comparto de ninguna forma el silbar a un jugador de mi equipo y mucho menos en casa, lo hecho por los “hinchas” (en su derecho, ni más faltaba) no busca que el jugador se motive, al contrario, le resta ímpetu, le quita confianza, lo llena de dudas y eso, al final, juega en contra nuestra, no a favor.

A Quintero le pasa algo, claro que sí, no es el mismo que prometió como zaguero. Partido a partido se ha quedado en jugadas que son de puro fundamento y concentración. Bien por él que tiene un cuerpo técnico que lo respalda, pero, así mismo, esa confianza debería verse en progresión en su fútbol y no en su look. Sé que puede hacerlo.

Recuerdo como, no hace mucho tiempo atrás,  algo parecido sucedía con Luis Manuel Orejuela. La siempre creativa hinchada lo tildó de muchas maneras, incluso le recomendaron cortarse las piernas o hacer otra cosa con su vida porque, según los valientes del teclado y uno que otro honorable asociado, “el muchacho no está para el fútbol”.

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Pero, ¡Oh-rejuela! El 'pelao' no se quedó en eso, se nutrió de la crítica, callado y sin mucho bombo, sin esa prensa tribunera esa propia de los que llaman para que le tomen fotos en una reja, no, Luis Manuel decidió hacer lo que sabe: jugar a la pelota, correr y no dejar que su mente la dominara la crítica, no cuando su cuerpo no le negó, ni le niega una gota de sudor a la camiseta.

El sábado en la noche perdíamos 1-2, la impaciencia y las dudas (ojalá pudiéramos erradicarlas como a los delincuentes de las gradas) llenaron el estadio. Una carrera, dos rivales, entrar al área y penal. Duque cobró, fue el empate. Celebremos con Duque, celebremos con el Cali. A eso vamos al estadio.

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Tras perder un hombre por expulsión,  los de Envigado atacaron menos, su DT hizo un cambio que le permitió al Cali ir al frente y, por novena vez en su historia verdiblanca, Pérez dejó la cancha sustituido por Rivera.

Rivera a Orejuela y este a Murillo. Del 1-2 al 3-2. Faltaba la cereza, obvio, siempre se quiere y se puede más. Benedetti la roba, se la da a Mayer que aprovecha que los naranjas están jugados y arranca en carrera, encara al arquero, define y gol. 4-2 marcador final.

Seguro al salir pudimos destacar que el equipo remontó un 1-2, que vamos para un año invictos en nuestra cancha; que Castro lo hizo bien y que Abel retoma su nivel. Pudimos hablar de lo bien que entró Rivera y el partido inolvidable de Orejuela, seguro pudimos, claro, hablar de Duque y sus 12 goles (los de penal también cuentan y hasta dan balones de Oro por ellos). Pudimos, claro, aplaudir la entrega de Mayer y sentirnos tranquilos porque, aunque seamos los mismos de siempre, la gente va a la cancha. Pudimos, pero, en su derecho insisto, muchos prefirieron caerle a Quintero. ¿Qué se le va a hacer?

Ahora me dirán porrista, o hincha ejemplar y no sería la primera vez, pero al menos mis comentarios van de frente y firmados, no me escondo en otros para hacerlos y respondo por cada uno de ellos con pruebas cuando en vez de opinión son una acusación, es la ley la que me invita a hacerlo y es la educación la que me obliga.

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Siendo así, me quedaré con lo bueno sabiendo que las fallas defensivas, que las hay y según el DT están detectadas, se tratarán individualmente porque son eso, errores individuales. Urge corregir eso y más cuando desde el banco se empieza a ver que la lectura de los juegos mejora.

Esperemos que con la llegada de Néstor Moiraghi recuperemos la seguridad defensiva perdida (van 10 goles en tres partidos) y, además, mantengamos el ritmo de goles (van ocho en los mismos tres partidos).

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Viene el partido por Copa Suramericana ante un Junior de muchos nombres, que recuperó su alegría y que sin duda es peligroso. Viene un partido para ir al estadio, sin dudas, con confianza y dándole a los muchachos lo que necesitan para dejar libre su talento: apoyo.

Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá

PD: El dato de la novena vez que Andrés Pérez es sustituido es de Jovel.

 

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