Era ya una locura que estuviese en el Mundial y lo es mucho más que haya podido marcar un gol. Torpe en ocasiones pero efectivo, Martín Palermo contó otra vez con la suerte de goleador, con un ángel que cuida su espalda. Su tanto en Sudáfrica, que cerró el partido 2-0 ante Grecia, recordó lo que hizo hace diez años en la Libertadores. Venía de una lesión y marcó el 3-0 de Boca sobre River en los cuartos de final. Fue un héroe, un ave Fénix, que salió como torero, en hombros, de la Bombonera. Este 22 de junio, el máximo goleador de Boca, el que ha ganado seis títulos locales, dos Libertadores, una Intercontinental, dos Sudamericanas y tres Recopas, hizo algo parecido. De la nada apareció y de la nada marcó. Como muchas veces le pasó, se encontró el gol fácil. El que sólo requiere puntear para marcar. Nada de estética, sí de ubicación. Y mucha suerte. Pero él no está para ser Messi, sino para definir en el área. Eso le basta. Maradona lo premió con la convocatoria luego de que un gol suyo sirviera para vencer a Perú y evitar así la catástrofe en la Eliminatoria. Eso parecía suficiente y ahora no tanto. Palermo está esperando otra vez para cuando lo necesiten. Lejos están los tiempos en los que lo daban por muerto en la selección tras haber botado tres penaltis contra Colombia en la Copa América de 1999. La pantalla lo sigue mostrando una década después, vigente, efectivo. Es la quimera hecha realidad. "Esto supera a Perú, pero siempre hay algo más. No sé qué", dijo Palermo tras el partido, envuelto en “muchas sensaciones". Aún no marcó Milito, tampoco Tévez, ni siquiera Messi. Palermo, el inverosímil, ya hizo lo suyo. A los 36 años escribió una página más al libro que narra su leyenda. Goles, galería y todo sobre el triunfo de Argentina: AQUÍ
Actualizado: enero 25, 2017 02:40 p. m.