Para muchos, es mejor ver al Barcelona en televisión y es posible que tengan razón. La competencia con el resto del mundo es tan desigual que los pocos hinchas que van al estadio en Colombia se merecen una venia. No es solo la violencia la que ha alejado a la gente de los estadios. Es difícil ver fútbol colombiano porque es aburrido y porque la televisión e Internet están acabando con todo. El fútbol colombiano es como una película de Dago García que presentan en cine cuando uno puede estar en la cama viendo una película en HBO. Amanece el domingo y se enfrentan Liverpool y Manchester United. Juega el Cali contra Patriotas y al tiempo lo hace la Juve. No es fácil competir así. Hoy en día, el aficionado está casi saturado, ve fútbol por doquier a toda hora: ve Libertadores, Champions, partidos de las ligas europeas, fútbol argentino, mexicano... En defensa se podría decir que no todos pagan TV por cable porque Colombia es un país de pobres. Y también cabría razón. Sin embargo, lo que ya se ve por TV abierta es la pega del campeonato. Win Sports pretende transmitir todo el torneo en exclusiva y para eso, con la complicidad de RCN, ha privado al hincha de lo mejor del torneo. La premisa es que la gente debe pagar sí o sí por un espectáculo que en ocasiones deprime. Esa es la triste cuestión. Estamos en una grave catarsis que no se quiere anunciar. Lo que vemos en los estadios de Colombia es cada día peor. El sistema de ascensos y descensos, aunque justo, está acabando con lo más fuerte que tenemos: nuestra historia. Que equipos como América, Cúcuta, Bucaramanga, Quindío y Unión Magdalena estén en la B solo hace que se castigue la inoperancia de sus directivos y se deje al fútbol colombiano y a sus hinchas deambulando entre el semiprofesionalismo y la precariedad. Por eso es que los hinchas que van al estadio, a pesar de la violencia de las barras bravas, los pésimos horarios de los partidos, el bajo nivel y la amplia oferta de fútbol extranjero, se merecen una venia acompañada de aplausos. Es el amor ciego el que hace que todo valga la pena. Ir al estadio tiene su encanto, eso no se puede negar. A veces es mágico. Hay quienes creen que ir al estadio no tiene precio, aunque sí lo tenga. La más reciente fecha en Colombia en el papel lo demuestra con tan poco que hay para ofrecer. Solo hubo un banquete en su promoción: Tolima vs. Junior. El resto fue para entristecerse: Alianza Petrolera vs. Fortaleza; Chicó vs. Caldas; Cali vs. Patriotas; Envigado vs. Huila; Millonarios vs. Itagüí; Autónoma vs. Medellín y Nacional vs. Pasto. Puros partidos de relleno, nada que degustar. El punto que debemos tratar no es la crítica sino qué hacer para revertir esta hecatombe. ¿Cómo hacemos para que el hincha deje la cama y vaya al estadio? Los nuevos aficionados no deben ser solo del Barcelona o de lo que ven en la pantalla. El problema, hay que advertirlo, no es de los niños porque es normal que se encanten con Messi, el problema “simplemente” es que no hay respuesta para el joven que actualmente se aburre viendo el FPC. Es difícil ver el fútbol de nuestro país. ¿Quién no prefiere ver al Real Madrid que a Patriotas contra el equipo del alma? El hincha formado conoce sus preferencias, va al estadio, pero las futuras generaciones no. La Dimayor y los dirigentes menospreciaron hace rato la necesidad de formar nuevos hinchas y están pagando sus errores. Un estadio lleno es una excepción en Colombia. Repito por eso que los hinchas que pagan por su boleta en cada fecha, los que no se desahogan con puñaladas dentro y fuera de los estadios, se merecen un gran reconocimiento. Eso es lo primero que hay que concluir. Lo segundo, que ellos están pagando mucho (en algunos estadios hasta la entrada al baño) a cambio de muy poco. Y tercero, que de seguir así el hincha se va a ir tan fácil de los estadios como cambiar de canal en televisión. En Twitter: @javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:46 p. m.