Según la correspondiente disposición gubernamental, los organizadores se han visto privados de otros 151,4 millones de rublos, unos dos millones y medio de dólares.
Esto ocurre después de que a mediados de junio el recorte fuera de 30.000 millones de rublos, algo más de 560 millones de dólares.
El ministro de Deportes, Vitali Mutkó, quien había anunciado a principios de año un recorte del 10 por ciento, explicó que la optimización de gastos afectará principalmente a los hoteles.
En estos momentos, el presupuesto asciende a menos de 630.000 millones de rublos (unos 10.000 millones de dólares), aunque la devaluación de la moneda nacional podría obligar a introducir cambios en esos planes iniciales.
La mitad de ese monto se dedicará a la construcción de infraestructuras de transporte -aeropuertos y carreteras-, y un tercio a la construcción de estadios y otras instalaciones deportivas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, garantizó que, pese a la recesión, Rusia no renunciará en ningún caso a la organización del Mundial y tampoco escatimará en gastos para que los aficionados de todo el mundo "se sientan como en casa".
Pese a las dudas sobre la limpieza de la elección de Rusia y Catar como sedes de los Mundiales de 2018 y 2022, motivo por el que la Justicia suiza ha incoado un caso penal, el Kremlin siguió adelante con sus planes.
Además de completar ya la construcción de varios estadios para la cita, como el del Spartak y el Rubín Kazán, celebró recientemente el sorteo de la fase de clasificación mundialista, el último acto de esa clase al que asistió el presidente de la FIFA, Joseph Blatter.