El torneo de Wimbledon introdujo este año el sistema electrónico de canto de líneas (ELC, por sus siglas en inglés), que ha venido acompañado por las dudas de algunos tenistas, quienes han criticado la efectividad del mismo.
Tras más de un siglo de utilización de jueces de línea para cantar el bote de las pelotas en la pista, Wimbledon se unió a lo que han hecho el resto de los torneos y usa desde este año el sistema electrónico, una especie de ojo de halcón que elimina la presencia de personas en pista y la sustituye por un sistema de sensores y un grito grabado que marca cuando la pelota ha sido mala.
Sin embargo, esta tecnología no es perfecta y ha dejado varios errores en los últimos días.
"No creo que sea 100 % precisa", explicó Jack Draper tras perder en segunda ronda contra el croata Marin Cilic.
"Un par de bolas dejaron marcas en la pista. Si hubiera sido mala no habría habido cal en ellas. Supongo que no puede ser 100 % efectivo, porque a veces es cuestión de milímetros", agregó.
En la misma línea fue Emma Raducanu tras perder en tercera ronda contra la número uno del mundo, Aryna Sabalenka.
"Estoy segura de que hubo una pelota que dieron por buena y que fue mala. Es decepcionante que en el torneo haya decisiones que sean incorrectas, pero en la mayor parte de los puntos va bien. En mis partidos ha habido algunas que han sido fallos por mucho, así que espero que eso lo solucionen", agregó la mejor británica del ránking.
Además de esta inexactitud, la introducción del ELC ha supuesto que cientos de trabajadores que participan no sólo en Wimbledon, sino en todos los torneos ATP y WTA del circuito se hayan quedado sin trabajo.
Esto generó protestas en los alrededores de Wimbledon en los primeros días de competición, bajo el lema "No queremos que los robots sustituyan a las personas".
"Es una pena, porque era una tradición y ahora ya no hay jueces. Es obviamente también algo que nos hace la vida más fácil, porque no tenemos que preocuparnos mucho de si una bola ha sido buena o mala", apuntó Draper.
El pasado Roland Garros fue el último torneo del circuito en el que se utilizaron jueces de línea, ya que el Grand Slam parisino será el último en estrenar esta tecnología a partir de 2026.