De David y Goliat se ha escrito mucho durante milenios, siendo una metáfora utilizada en el fútbol casi desde su invención. El más reciente KO a favor del pequeño muchacho hebreo lo propinó el modesto Leganés al otrora todopoderoso Real Madrid de Zinedine Zidane, hundiendo a los blancos en una crisis como pocas en su historia reciente. En Colombia, mientras tanto, muchas voces hablan sobre qué tanto el club extraña a nuestra máxima figura, James Rodríguez.
Sin embargo, la hazaña que la victoria ‘pepinera’ por 1-2 en el Santiago Bernabéu representa va mucho más allá de la simple anécdota y la eliminación de un equipo obligado a ganar la competición. El desastre del miércoles es el punto de ebullición de una crisis que venía cocinándose en bajo durante mucho tiempo y que pasó de fuego lento a incendio total en un par de meses. A mi parecer, esta crisis futbolística empezó a gestarse desde que Carlo Ancelotti fue despedido, permaneciendo oculta por la gran cantidad de títulos que el club ganó con Zidane. Si bien es cierto que el Madrid consiguió en año y medio dos Champions League, dos Mundiales de Clubes, una Liga y una Supercopa, en innumerables ocasiones se vio desdibujado en lo futbolístico, con grandes carencias colectivas maquilladas por el enorme peso de sus figuras. Un Cristiano Ronaldo en racha oculta muchos pecados, muchos partidos se ganaron sobre la hora de forma angustiosa y más de una decisión arbitral controvertida se pitó a favor de la ‘Casa Blanca’.
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El romance entre Zidane y la buena fortuna pareció terminar una vez ganada la Supercopa. Cristiano cayó víctima de una sequía sin precedentes en medio de disputas salariales, empecinado en ser el futbolista mejor pago del mundo. Los reemplazos de James Rodríguez, Alvaro Morata y Pepe no han demostrado tener los galones para sacar al Madrid de problemas, como lo hicieron sus homólogos en el pasado; Ceballos, Theo y Borja son buenos jugadores y pueden darle satisfacciones al equipo en el futuro, pero difícilmente pueden tirar del carro ahora. Para colmo de males, no se hizo ninguna incorporación de peso en el mercado invernal que pueda darle una inyección más que necesaria a los merengues.
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A decir verdad, el Madrid, más que a James, Morata o Pepe, extraña el tener un plan de juego claro. Inclusive cuando ganaba, era difícil establecer a qué jugaba el Madrid. ¿Era defensivo u ofensivo? ¿Jugaba corto o en largo? El plan parecía ser hacerle llegar como fuera la pelota a Cristiano o que Sergio Ramos se impusiera en algún cobro de pelota quieta. Cuando ese plan falló, no hubo un respaldo colectivo que salvara al equipo.
Los días de Zidane parecen estar contados, y una eliminación en Champions a manos del PSG podría ser el último clavo en el ataúd, pero el Real Madrid es un equipo con aura y mística. Tiene pedigree y figuras suficientes para dar vuelta a la situación y ganar una tercera Champions al hilo. A lo mejor lo logra, Cristiano sale goleador del torneo y recibe otro balón de oro, siendo que esta competición parece ser la que define el destino de tal galardón y la única que motiva al portugués por estos días. Es poco probable que esto se dé con tan poco juego, pero en el fútbol todo es posible y los villanos de hoy pueden ser los héroes de mañana.
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