Nada más comenzar el encuentro, a los cuatro minutos, el argentino se estrenó como goleador con su nueva camiseta con un tanto marca de la casa: galopada por el costado derecho hasta un lateral del área, para acabar clavando el balón con su zurda en la escuadra opuesta.
Quiso el Malmö, valiente, salir a disputarle el balón y el terreno al PSG. Tal vez se arrepienta.
Al situar la defensa casi en la línea del centro del campo, regaló un latifundio para que Di María percutiese una y otra vez por la derecha, unas veces acabando él mismo la jugada y otras sirviendo bandejas de gol a sus compañeros.
Al final fueron dos goles, pero lo cierto es que pudieron ser unos cuantos más.
Mientras, en su portería, otro fichaje con el que el PSG pretende dar ese salto de calidad, el alemán Kevin Trapp, vivió una noche de placidez, apenas inquietado por los suecos, que saben tratar el balón pero son excesivamente tiernos con él.
El partido tuvo un especial significado para Ibrahimovic, que se enfrentaba al equipo donde dio sus primeros pasos como profesional del fútbol.
El tempranero gol de Di María restó mucha emoción al resultado del partido, que nunca dio la impresión de poder ser otro que la victoria local.
Verratti se hartó de repartir balones a las espaldas de los laterales, y en otro de ellos Di María envió su disparo ligeramente desviado cuando buscaba de nuevo las telarañas (m.33).
Solo un minuto después, los suecos tuvieron prácticamente su única ocasión digna de tal nombre, con un disparo cruzado de Djurjic, que le había birlado la cartera a Van der Wiel en un exceso de confianza.
Pronto volvieron las aguas a su cauce, con un Cavani lleno de movilidad y Di María organizando la carga desde la derecha.
La segunda mitad se abrió con una nueva cabalgada de Di María que Cavani no supo convertir, pero no iba a fallar un cuarto de hora más tarde, al remachar de cabeza dentro del área un centro de Maxwell que Ibrahimovic desvió con inteligencia de espuela para superar a los defensas.
Por suerte para el Malmö, su portero Wiland tuvo un día inspirado y salvó goles cantados.
Así sucedió en los minutos 64 y 68, en pleno vendaval parisino, cuando el guardameta detuvo respectivamente un tiro de Cavani y un gran cabezazo botado por, quién si no, Di María.
De allí hasta el final del partido, hubo poca historia más. Momento para la ovación del respetable a Di María al ser sustituido y para que Ibrahimovic también pudiese despedirse de los 2.000 suecos que lo aplaudieron al salir para que entrase Pastore.
Un gol anulado a Lavezzi en el tiempo de descuento por fuera de juego de Cavani cerró un choque cómodo para el PSG, que lo solventó con suficiencia y como le gusta, a la carrera.
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