Me puse de pie, levanté los brazos, flexioné un poco las rodillas y grité con el alma: "¡Qué golazo hijueputa!". Mis dos gatas salieron corriendo y una señora del edificio del frente se asomó a la ventana: así fue el grito. Pero sé que no fui el único que vociferó en vano el gol que no fue porque Dayro Moreno pateó la pelota lejos de un arco que tenía a su entera disposición. Debo admitir que hace muchos, pero muchos años no me entusiasmaba tanto con una Selección Colombia como me pasó en los dos últimos partidos del grupo A de la Copa América. Claro, en ambos quedé con el sinsabor de que esta tricolor nos está debiendo goles, muchos pero muchos goles (sobre todo tú Dayro, a mi me debes como 50 después de definir como lo hago yo los sábados con mis amigos los rodillones), pero más allá de eso tengo que admitir que esta nueva Selección Colombia tiene muchas cosas que me gustan. Hace como un año me declaré en la oposición del nombramiento de Hernán Darío Gómez. Lo hice público en este mismo blog cuando estaba en Futbolred y lo sigo manteniendo: a mi 'Bolillo' no me gusta. Lo que hizo con Guatemala y Santa Fe fue muy malo y su manejo de grupo, amiguero en extremo con los jugadores, fue el comienzo del fin de la Selección en 1998; no me gusta su comportamiento en las ruedas de prensa y sus declaraciones me dan oso ajeno. Pero tengo que admitir que en esta Copa América está dejando callado a todo el mundo. Gómez hizo la tarea, decidió dar un paso adelante y, por primera vez en su carrera en los banquillos, decidió jugar sin 10. Eso, un gran pecado para muchos que aún añoran al 'Pibe' Valderrama y que exigen a Giovanni Hernández o Macnelly Torres en la Selección, ha sido fundamental para definir el estilo de lo que me gusta llamar la "nueva Selección Colombia", un equipo que, diferente a todas las Colombia que hemos tenido desde el 98, por primera vez juega sin la larga sombra de Carlos Alberto Valderrama. La presencia del 'Pibe' en nuestro fútbol fue tan importante (con tres Mundiales seguidos, dos terceros puestos de Copa América, la referencia internacional de su presencia y el hecho de que indiscutiblemente bajo su mando se tuvo la mejor Selección de todos los tiempos), que desde que se retiró hemos tratado de buscar quién ocupe su lugar. 'Bolillo' incluso intentó poner en su puesto a Morantes en la Copa América del 97 sin mucho éxito, y la lista de aspirantes a tomar su posición se ha llevado por delante a excelentes jugadores como Hernández o Macnelly, 'Mao' Molina, Valentierra, Pacheco e incluso en algún momento a un goleador como Aristizábal lo pusieron a jugar de enganche. Sin embargo, por primera vez después del retiro del 'Pibe', un técnico de un combinado nacional decide jugar sin 10 y la cosa pinta. Por supuesto, no es la Colombia tradicional, la del toque, la de las pausas, la que mueve el balón de un lado a otro, pero eso me gusta. Esta Colombia es vertical, controla el medio campo con un excelente trabajo de presión e inmediatamente pasa al ataque por las bandas, buscando casi siempre a su hombre de área. Ya no hay un 10 que la pida, la pare, espere y habilite a los delanteros, y claro que se nota: si uno mira detenidamente los partidos frente a Argentina y Bolivia se da cuenta de que la bola nunca va de un lado a otro y las estadísticas demuestran que Colombia realizó muchísimos menos pases que su rival. Pero en esta nueva Selección cuando se quita un balón inmediatamente se va para el frente buscando generar espacios; eso es nuevo. Eso me gusta. En un post anterior cité a Menotti, quien decía que los misterios del fútbol son espacio, tiempo y engaño, y esta Colombia los está trabajando a su manera: le cierra espacios al contrario con una línea de 4 volantes en la que hay que aplaudir el trabajo de los hombres por los costados (especialmente porque son delanteros: Ramos y Dayro), y para rematar siempre hay un volante cabeza de área (Sánchez o Bolívar) que llega a doblar la marca. Ese solitario trabaja en exceso pues cubre todo el tiempo a Guarín, Aguilar, Ramos y Moreno, pero también respalda la labor defensiva y ayuda a que los zagueros escalonen al adversario. Lo que le hicieron a Messi, Agüero, Tevez y compañía fue notable, pero en el juego contra Bolivia Marcelo Martins nunca la vio y Arce, el tipo de las ideas en los bolivianos, estuvo totalmente anulado. Ahora bien, este equipo también genera espacios y por eso parece que ataca mucho (lo que hace más doloroso que se coma tantos goles, su lunar con pelos). Falcao García ahí es brillante, pues no espera la pelota arriba sino que baja unos metros, con lo que sus marcadores suben dejando espacio para que desde las bandas Colombia sea una oleada constante con Ramos, Armero, Moreno y Zúñiga. Además, como sobre el papel siempre están atacándolo cuatro personas por todo el frente, el rival se abre y ahí, en esos espacios, pueden llegar los volantes centrales, Guarín y Aguilar. Por supuesto, todo esto se maneja con un tiempo vertiginoso y esa es la principal diferencia con la vieja Selección Colombia: en esta ya no hay pausa. El único jugador que tiene esta nueva Selección con la capacidad de generar pausa es Elkin Soto, que está entrando precisamente en los segundos tiempos para eso, para pedir la pelota, pero que igual está adaptado al ritmo alemán y cumple la labor de atacar por izquierda y hacer esa carrera de relevos con Armero tan difícil de controlar para los rivales. Ahí está el tercer punto: esta Selección, al ser vertiginosa y atacar constantemente, genera engaños. El único defencto en este punto es que a veces se puede abusar del centro a Falcao y, si bien te puede funcionar una vez, un equipo serio lo detecta y lo controla. Ahora bien, eso del vértigo es bueno y malo: un rival con un gran dominio de pelota nos puede complicar muchísimo la vida, pero en esta Copa el único que parece tener esas características es Chile (Venezuela también, aunque sin tanto criterio). El duelo con Perú de este sábado va a ser precisamente interesante por eso: porque los peruanos son amigos de la pelota y tácticamente están preparados para no dejar espacios. Y ojo, Markarián es un zorro, así que no será tan fácil como muchos esperan. Pero retomando, me gusta esta Selección. Critiqué la actitud del técnico al no tomarse en serio la Cop América (y vea usted, sí lo está haciendo), me estresó que los dirigentes no consiguieran más amistosos y me decepcionaron tremendamente los juegos frente a México, Senegal y Costa Rica, pero la Colombia de los dos últimos partidos tiene cara de equipo. De un equipo diferente, además, lo que me parece supremamente interesante. Estamos frente a una nueva Colombia, una que está diseñada para controlar y pasar rápido al ataque, para ser eficiente y no para dar espectáculo; una Colombia que está pensada para obtener resultados con criterio. Porque eso es lo que más me gusta de esta nueva Selección: que tiene un grupo de jugadores jóvenes que son absolutamente conscientes de que llevan puesta la bandera. Con esa actitud y ese trabajo vamos a dar la pelea, no sólo en esta Copa, sino en una Eliminatoria que parece estar demasiado apretada incluso antes de que empiece. Volví a tener fe. Y eso que esta Selección, muy interesante y todo, me está debiendo todos los goles del mundo... Sígame en Twitter: http://twitter.com/PinoCalad
Actualizado: enero 25, 2017 12:02 p. m.