Tras encadenar dos derrotas consecutivas ante el Cádiz y el Rayo Vallecano, el Barcelona, en otra actuación irregular, recobró el pulso y sumó tres puntos vitales (2-1) en su pugna por clasificarse para la próxima edición de la Liga de Campeones tras derrotar a un Mallorca peleón que no sale de la zona de peligro de LaLiga.
Un gol de Memphis Depay en el primer tiempo y otro de Sergio Busquets en el segundo dejaron en una anécdota el tanto de Antonio Raíllo en el tramo final de un encuentro que permite al equipo azulgrana mantenerse en la segunda posición, con una ventaja de dos y cinco puntos sobre el Sevilla y el Atlético de Madrid, respectivamente.
Regresaba el Barça al Camp Nou, un templo maldito en los últimos tres partidos ante el Eintracht Fráncfort, el Cádiz y el Rayo Vallecano. Y lo hacía sin Dembélé, renqueante en el banquillo por una amigdalitis. Xavi sorprendió con un alineación sin extremos puros, algo que desde su llegada al banquillo del Camp Nou pocas veces había sucedido.
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Memphis se situó en la izquierda y Piqué, que en las últimas tres derrotas no había jugado aquejado de sus molestias en el aductor, en el eje defensivo. Duro 28 minutos encima del césped el central barcelonés, pero su jerarquía la agradeció su equipo ante un Mallorca que visitó el Camp Nou con hasta cinco cambios en la alineación.
Pese a ello, el equipo del mexicano Javier Aguirre fue valiente en la primera media hora de juego. Consciente que visitaba al "dentista", como bromeó su técnico en la previa, planteó una línea defensiva de cinco jugadores, sabiendo en todo momento qué hacer con el balón cuando conseguía arrebatárselo al Barça.
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La primera ocasión clara fue de los locales, en un remate con la testa de Aubameyang que rechazó Sergio Rico. Al Barça le costaba horrores conectar con sus interiores -DeJong y Gavi- y lo basaba todo a los centros laterales. Así fue como llegó un gol anulado por fuera de juego de Araujo en uno de los pocos servicios certeros desde la banda.
El Mallorca esperaba su momento en una transición. Y, en estas, tuvo el primero en las botas de Fernando Niño que remató a las nubes una asistencia demasiado potente de Bryan Oliván.
Perdonaba el Mallorca y el Barcelona lo aprovechaba para abrir el marcador. Memphis, el mejor jugador de los de Xavi en el primer tiempo, trazó una diagonal en la izquierda, le ganó la espalda a su defensor y cazó una asistencia profunda de Jordi Alba para batir a Sergio Rico (1-0, min.25).
El máximo goleador azulgrana esta temporada, con 13 tantos, daba un respiro a su equipo, que antes de descanso encerró al Mallorca en su área, si bien le faltó precisión y le sobró precipitación en los últimos metros para irse al descanso con un resultado más favorable.
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Salió con otra cara el Barça del vestuario. Movió el balón con más velocidad, De Jong y Gavi aparecían con más frecuencia en los pasillo interiores y los delanteros llegaban con más facilidad al área del Mallorca, que sacaba el agua del barco como podía.
Pero el que acabó de derribar el muro del Mallorca no fue un delantero, sino Sergio Busquets. El capitán cazó un balón en la frontal, mareó a su marcador y cruzó un disparo que impulsaba al Barça hacia el tan ansiado triunfo. Pero por encima del resultado el Barça recobró en los primeros 20 minutos del segundo tiempo su mejor fútbol, el que alimentó el sueño remoto de LaLiga tras el 0-4 en el Santiago Bernabéu.
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Memphis, que recordó al de los primeros partidos de Liga, se gustaba con sus regates, De Jong, cuestionado en las últimas derrotas, desplegaba su zancada en la medular, y Ferran Torres salía de su letargo participando en un gol que no subió al marcador por fuera de juego.
Al partido sólo le faltaba el anunciado retorno de Ansu Fati tras recibir el alta médica. El hispano-guineano jugó los últimos 15 minutos del partido. Tuvo poca participación pero se mereció varias ovaciones de su afición.
Consciente de que su batalla por la permanencia se jugará en las próximas cuatro jornadas, Aguirre movió el banquillo y vitaminó a su equipo, que avanzó líneas para apretar al Barça en la salida del balón. Su valentía tuvo premio. A diez minutos para el final, Raíllo cazaba con el muslo una falta servida por Salva Sevilla. El Barça no titubeó para cerrar la ansiada victoria.