La derrota reduce hasta seis puntos la ventaja que los de Stamford bridge mantienen al frente de la Premier respecto a Manchester City, que tiene sin embargo tres partidos pendientes.
Mourinho confió este sábado su ataque a Fernando Torres, que había recibido luz verde por parte del equipo médico del club tras varios días con molestias musculares.
Desde el inicio, los visitantes dominaron el juego ante un Aston Villa que prefirió esperar en su campo la llegada de los ‘blues', que sin embargo pasaban dificultades para inquietar al portero estadounidense Brad Guzan.
A pesar del alta médica, Torres se mostraba lejos de su mejor forma, y tan sólo creó una ocasión de peligro durante el primer tiempo, un tiro que salió desviado a la derecha.
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Poco antes del descanso, el árbitro anuló a instancias del asistente un gol que había marcado el centrocampista Nemanja Matic, presuntamente ayudándose con la mano.
A la media parte, el marcador no se había movido del 0-0 inicial, un resultado que parecía satisfacer a los locales, conjurados para no correr riesgo alguno.
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Había tensión en el terreno de juego, pero en la banda los entrenadores de ambos equipos parecían distendidos.
A mitad de la segunda parte, los aficionados del Villa Park asistieron a una imagen inusual en un campo de fútbol: mientras el partido se disputaba en el césped, Mourinho y Lamberg charlaban animados en la banda.
Dentro del rectángulo de juego, Chelsea se mostraba incapaz de inquietar a los locales, que comenzaron a hacer incursiones al área rival.
En el minuto 65, el austríaco Andreas Weimann tuvo una de las mejores ocasiones de su equipo, un tiro que salió levemente desviado por la izquierda de la meta de Peter Cech.
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Ante el poco peso que tenía Torres en el ataque, Mourinho decidió dar entrada en su lugar al senegalés Demba Ba cuando quedaban 25 minutos de partido.
Lo peor para Chelsea estaba aún por llegar. Pocos minutos después de ese cambio, el brasileño Willian derribó al volante inglés Fabian Delph y vio la segunda amarilla.
Con diez sobre el campo, los "blues" no pudieron contener a un Aston Villa que vio su oportunidad para dar un golpe sobre la mesa.
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Fue Delph quien, a falta de diez minutos para el final, recogió un balón en el medio campo, evitó a los volantes de Chelsea y trazó una pared con Marc Albrighton para acabar rematando desde el centro del área su propia jugada personal a la red.
Con el tiempo cumplido, el árbitro sacó una nueva tarjeta roja, para el brasileño Ramires, por un planchazo sobre El Ahmadi, y envió a Mourinho a la grada por protestar esa decisión.