Los números adornan todo el entorno de Millonarios. Se vienen 24 puntos seguidos en Bogotá donde este equipo se ha hecho fuerte y puede revertir esta racha de mal juego. Porque los números muestran que nada está perdido. Y los números también callan las palabras correctas para quienes están trabajando en Millonarios. Amo a Millonarios: sus colores, la institución, el significado que le da a mi vida. Pero esté Millonarios 2015-II es un Millonarios de estómago. Gustavo Serpa y sus consorcios de oro, ávidos de un Dorado en los páramos colombianos, piensan más en su reconocimiento social y los almuerzos en el metropolitan club que en hacer un proyecto serio. Con el estómago pensando en monedas con un equipo que da millones. Traen a un aprendiz de pacotilla a dirigir y un florero para presidente del equipo de futbol más importante del país. Y como en aquel dorado milenario, que los indígenas les decían a los españoles que en la siguiente montaña está el tesoro, tiene la desfachatez este señor Serpa en decir siempre que “el que viene” sí es el proyecto que necesita la institución. Y como Dios nos creó en pares llega Ricardo Lunari. Que hablando de amores y desafueros olvida que se ama con el corazón y no con el estómago. Lo manosean buscándole reemplazo y esté como la esposa infiel que aguanta se tapa los oídos y deja que todo pase. Luego deja a García y Camacho contratar los refuerzos sin que él hable una palabra. Pone a los hinchas y jugadores a discutir si este o el otro, si con esta formación o la otra. Luego de 3 semestres Millonarios no defiende bien, no retrocede bien, no ataca con orden, no juegan los mejores y para colofón de esta historia ahora la culpa es de los que criticamos este paupérrimo juego. Y los jugadores van al vaivén de la desconfianza. Cadavid y Henriquez leen sus redes sociales y los insultos ganados por jugar de laterales ante equipos rápidos. Las decisiones salidas de las sobras del estómago de Lunari tienen sin confianza y desunidos al plantel azul. Ni que decir del bajo nivel de jugadores. 8 meses después sentaron a Insua. Mi confianza está en estos jugadores. Que se reúnan y tomen las riendas para sacar adelante este equipo. Está claro que no es por amor. Si Lunari quisiera a Millonarios renunciaría hoy mismo. Por su propia hoja de vida que busquen la manera, tal cual el semestre pasado, de componer el barco y trabajar para ganar partidos. Los resultados de conducir un equipo con el estómago es dejar siempre cagados a los hinchas. MINUTO FINAL: Gracias por todo a Román Torres. Quedará en los corazones azules. Hora que Gabriel Diaz haga su historia como titular en Millonarios. MAURICIO GORDILLO @MAUGOR
Actualizado: enero 25, 2017 02:49 p. m.