Callar no siempre es bueno, menos cuando el silencio es impuesto. Hernán Torres, en sus buenas intenciones, se equivoca al intentar hacerle una gambeta al diario más importante del país. Lo que se hace es un autogolazo. Decidir vetar a El Tiempo porque publicó que hay jugadores que están cansados del (mal)trato del técnico no es una buena salida en este momento. Así Millonarios se parece a una tortuga que esconde la cabeza cuando alguien la asusta. La inquisición interna es evidente. El cuerpo técnico no se cansará hasta saber quién es su Judas. En esa misma tarea anda el Gobierno, que quiere saber los nombres de los uniformados que le dieron información a Álvaro Uribe sobre las coordenadas secretas de una operación militar. En el caso menos importante, saldrá sacrificado como mínimo un jugador y, a la postre, el grupo. ¿De qué sirve no hablarle a El Tiempo en estos momentos? ¿Mejora el presente del equipo?¿Es esta la mejor respuesta a lo que el técnico cree una mentira por parte del periódico? ¿Es la forma ideal de controlar al grupo? ¿No es mejor debatir, intentar una publicación que afirme sus planteamientos en lugar de optar por un silencio improductivo? Y es que es improductivo porque los periodistas, sea cual sea el medio para el que trabajen, podrán ver dificultado su trabajo en estos casos, pero el veto no hace ni una barrera de tres hombres para impedir publicar conveniencias. Para eso están las columnas de opinión. De los partidos también se podrá hablar tranquilamente. ¿O es que no dejarán entrar a El Tiempo al estadio? ¿Impedirán que un periodista vea un entrenamiento? ¿No le darán la “chiva” de la alineación titular contra Quindío? Pelear contra la prensa, como contra un policía, significa empezar perdiendo. Ese no es el camino, Hernán. El carácter no es agresividad y el liderazgo no es imposición. Hace siete años, cuando trabajaba en Futbolred.com, el Millonarios de Miguel Augusto Prince, ese que logró seis triunfos en línea y se esfumó poco a poco, quiso vetar a una de nuestras periodistas porque supuestamente su presencia en los entrenamientos les traía mala suerte. El ídolo Gabriel Fernández, entre varios otros, defendía esta oscurantista posición. El título de aquella columna fue “La ridícula cábala de Millonarios” . Más de un lustro después escribo “El ridículo veto de Millonarios”. Y la respuesta sigue siendo la misma. Hay que dedicarse a jugar. A trabajar. Los verdaderos problemas pasan con los guayos puestos. Porque Wason Rentería ,Freddy Montero y Jarol Martínez no juegan a nada y no demuestran sentido de pertenencia por el actual campeón. Porque Mayer Candelo tiene talento, aunque ya no tantas fuerzas. Y porque, como pasa en casi todos los equipos colombianos, después de un título disminuye el esfuerzo, gracias a un conformismo por desgracia inagotable y capaz de enfurecer a cualquier hincha, por más calmado que sea. En Twitter:@javieraborda
Actualizado: enero 25, 2017 02:46 p. m.