Más que hinchas debemos ser sensatos y aterrizados. A raíz de esta premisa voy a intentar a hacer al análisis de la temporada que Tolima acaba de cerrar quedando eliminado en semifinales ante Medellín. Deportes Tolima arrancó la temporada con un ritmo realmente frenético. Robin Ramírez era goleador, Jonathan Estrada y Andrés Ibagüen figuras y la calidad de su juego parecía superior al nivel regular del fútbol colombiano. Hasta ahí, perfecto. Una nueva ilusión, algo normal para los hinchas Pijaos. Sin embargo, a mitad de la Liga el equipo se cayó. Jonathan Estrada se lesionó, no había ideas, no había resultados, no había equipo como antes. El fútbol volvió a parecer semejante al campeonato: regular. Como si no fuera suficiente en la recta final del certamen, Robin Ramírez quedaba fuera de servicio por continuas molestias y lesiones. A pesar de esto, Tolima empezó a conseguir puntos que lo acercaban a los ocho primeros de la tabla de posiciones. Fue tan así que en la última fecha de la etapa ‘todos contra todos’ el equipo tolimense dependía de su propio resultado para clasificar. Y así fue, goleó a Jaguares y entró a los playoffs de séptimo. En cuartos de final Tolima eliminó al Huila, que fue primero en la fase regular de la Liga y fue el único semifinalista que ganó los dos partidos de la primera fase de los playoffs. Medellín también lo hizo pero gracias al error del Junior por colocar cuatro extranjeros en el partido de ida, en realidad el encuentro terminó 2-2, pero fue cerrado como victoria 3-0 para los ‘paisas’. En semifinales se nos atravesaba el DIM. En el partido de ida, en Techo, Tolima hizo recordar aquel equipo de las primeras cinco fechas del torneo. Buen manejo del balón, volumen ofensivo arrasador y también aguantó las pocas salidas del rival. Al final no hubo goles y los dos guardametas fueron las figuras, por un lado, Antony Silva que se sacó hasta una ‘selfie’ bajo su arco; y por el otro lado, Joel Silva que le tapó un penal a Juan Fernando Caicedo. En Medellín, en el partido de vuelta, el que sorprendió fue Tolima. Marcó un gol, se fue encima y amenazó acabar el partido desde la primera etapa. Incluso 12 minutos antes del final del partido, Tolima era finalista gracias a Joel Silva que le volvió a tapar un penal a Juan Fernando Caicedo y parecía invencible. Sin embargo, en el minuto 78’ Juan David Pérez empató el partido y en el 82’ Hernán Hechalar colocó al DIM en la final de la Liga Águila. En el suspiro del encuentro, Charles Monsalvo puso el tercero y se quitó la espinita de los tolimenses que lo trataron y lo siguen tratando de borracho. Eso sucedió básicamente porque el Tolima se quedó sin aire. Le entregó en bandeja de plata el balón al Medellín, se echó para atrás faltando 15 minutos de juego y como era de esperarse, el local que contaba con más de 40 mil aficionados en el Atanasio Girardot tuvo puntería. Tolima siempre ha manejado una nómina muy apretada. Once buenos titulares y uno o dos cambios que puedan funcionar. De resto un plantel común y silvestre, sin nada extraordinario. Y eso al final le costó al técnico Alberto Gamero. No tenía a quién más meter y tuvo que confiar en sus volantes de marca y defensas porque para adelante no había nada. Ojalá le quede la lección aprendida a don Gabriel Camargo y sabiendo que para el otro semestre también tenemos Copa Sudamericana, se amplíe el presupuesto y se enriquece la plantilla profesional con jugador hechos, no promesas. De igual forma, gracias por la ilusión, la adrenalina y el orgullo hacia un equipo que económicamente siempre ha sido inferior a los demás, pero dentro de la cancha se ha acostumbrado a mostrar carácter, calidad y una propuesta diferente. Esta temporada también le deja a Colombia claro por qué Wilmar Barrios fue llamado por José Néstor Pékerman, por qué muchos han hablado de Andrés Ibargüen y que la calidad de Jonathan Estrada, que en algún momento lo llevó a los equipos más tradicionales del país, sigue intacta. Por: Constantinos Papailias // Twitter: @locogreek
Actualizado: enero 25, 2017 11:58 a. m.