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Andrés Cadavid, el ídolo de Millonarios que se hizo a punta de entrega y trabajo

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Andrés Cadavid desde hace más de un año es el capitán de Millonarios - Colprensa

El defensor central, quien llegó a mediados de 2013 al conjunto ‘embajador’, es hoy en día el referente y líder del actual campeón del fútbol colombiano. Lo consiguió trabajando incansablemente y revirtiendo opiniones encontradas.  

La historia de Andrés Felipe Cadavid con Millonarios no empezó de la mejor manera. El 20 de noviembre de 2011 el defensor antioqueño salió al estadio El Campín defendiendo la camiseta del América de Cali con el objetivo de evitar a toda costa entrar en zona de promoción.

Al frente, un Millonarios dirigido por el venezolano Richard Páez que hacía menos de un mes había alzado la Copa Colombia.

Corría el minuto 64 del juego, Millonarios estaba arriba del marcador, césped húmedo tras haber llovido y Cadavid salió en disputa por un balón junto al uruguayo José Luis Tancredi. Segundos después, el estadio se enmudeció, mientras el mediocampista azul se quedó tendido en el suelo por el dolor y el defensor escarlata era expulsado.

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Nadie podía creer lo que veía. Absolutamente todos los jugadores se agarraron la cabeza. El resultado: fractura de tibia y peroné para el uruguayo, mientras el zaguero se marchó del campo en medio de silbidos.

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Seis años después, el escenario y el protagonista eran los mismos. Sin embargo, ahora Cadavid vestía de azul y los de enfrente vestían de rojo. Pero un rojo más claro, el de Independiente Santa Fe.

El defensor volvía a silenciar El Campín. Todos volvían a agarrarse la cabeza. Pero esta vez, el zaguero saltaba de la alegría tras haber alzado su primer titulo como profesional. La felicidad era doble, pues él se transformó en el capitán y referente de un equipo que había logrado su estrella 15 de manera histórica.

Pero para llegar ahí, Andrés Cadavid tuvo que luchar el doble para volver a sobresalir en el fútbol colombiano. Aunque no le costó mucho.

Pues el defensor antioqueño está acostumbrado a esforzarse más que los demás y sobrepasar los obstáculos que le pone la vida.

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Fue así como dejo sus estudios de comunicación social y periodismo en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid (previamente cursó tres semestres de administración en la Universidad de Antioquia), para irse a probar al Atlético Huila.

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Neiva no lo trató bien. Aguantó hambre, se endeudó y cuando vio que no iba a tener la oportunidad de jugar, se devolvió para su natal Medellín. Siguió con sus estudios y después de un año sin jugar, el técnico Orlando Restrepo se lo llevó para Patriotas. Allí ya estaba bajo la lupa de los grandes del fútbol colombiano.

Primero fue América, luego Deportivo Cali y después dio el salto al exterior. Estando en México jugando para San Luis de Potosí, fue llamado a un microciclo de la Selección Colombia por José Pékerman.

Sin embargo, en suelo manito no tuvo el rendimiento esperado y se devolvió al país para ponerse la camiseta de Envigado.  

En el equipo antioqueño le bastó un semestre para que Millonarios se fijara en él. No dudo en aceptar la propuesta y fiel a su carrera, tuvo que remar desde atrás para sobresalir en el azul.

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Cada vez de menos a más. Ante los murmullos de dudas, Cadavid siempre salió al frente y como en la cancha, no se escondió.

Pasaban los procesos y el equipo se llenaba de desilusiones. Mientras Cadavid cada vez se hacía más líder transformándose en la voz de mando dentro del plantel. Llegaban y salían jugadores, pero el defensor siempre se mantenía.

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Con el arribo de Miguel Ángel Russo no solo llegó la estrella 15 y la Superliga, también la capitanía indiscutible para Cadavid.

De la mano del central, las ideas del estratega argentino se plasman dentro del terreno de juego. Y de su coraje, Millonarios demuestra ser cada vez más un equipo lleno de guerreros.

Y ahora, pasó de evitar goles a convertirlos. Luego de su doblete (el primero de su carrera) frente al América, llegó a 11 goles en 185 partidos vestido de azul.

Su sueño es seguir levantando trofeos con Millonarios, pero con los pies en la tierra. Entregado al trabajo y sabiendo que el fútbol así como quita, también da.

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