Hace tres años que el Medellín viene peleando instancias definitivas en el torneo local, pero a pesar de haber llegado a tres finales, la sexta se estrella se le ha vuelto esquiva. ¿Por qué? Para mí, el principal motivo ha sido la falta de jerarquía, empezando por la defensa. Al Rojo le urge una zaga sólida. Una de esas que terminan por convertirse en pilares fundamentales de equipos que se acostumbran a ponerse coronas. Desde el primero de enero de 2014, cuando Eduardo Silva Meluk aterrizó como presidente de la institución, el Deportivo Independiente Medellín se ha transformado en un modelo para el resto del fútbol colombiano. Fichajes ofensivos de renombre y tribunas repletas de hinchas y parafernalia han sido el éxito de este dirigente nacido en Cúcuta y criado en la capital antioqueña. Sin embargo, hay un pequeño problema. La historia en el fútbol, como en cualquier otro deporte, se escribe con trofeos y Silva Meluk no ha podido conseguir el primero para el DIM. No tengo dudas de que más pronto que tarde lo va a lograr, pero para eso necesita lo que ya mencioné: jerarquía y una defensa sólida. Juan Fernando Caicedo, Hernán Hechalar, Luis Carlos Arias, John Fredy Pajoy, Christian Marrugo, Johan Arango, Daniel Torres, Anthony Silva y el flamante Mao Molina han sido nombres con los que el popular Presi ha roto el mercado de nuestro balompié. Ojo al detalle: el único jugador de campo que se desempeña de mitad de cancha para atrás es el capitán. El argentino Diego Herner fue clave para llegar hasta la final contra Millonarios en 2012, serie que llevó a los azules a levantar su decimocuarta estrella por medio de los penaltis, instancia en la que siempre entran en juego otro tipo de circunstancias –como el coraje de Andrés Correa, un defensor juvenil que alzó la mano para patear el cobro que todos evadieron y del que todos conocen su desenlace-. Desde la relegación de Herner, quien lamentablemente bajó su nivel, el Rojo paisa no ha vuelto a tener un líder en la retaguardia. El poder en ataque del Medellín debe verse equilibrado con una buena zaga. De nada sirve que entre Caicedo, Hechalar y Marrugo llenen de goles a los equipos chicos si los rivales grandes logran neutralizarlos y, además, se llevan por delante a sus compañeros de atrás. Tal cual pasó en las finales contra Santa Fe y Cali, y en la semifinal contra Nacional. La gestión de Silva Meluk ha sido innegablemente estupenda. El regreso de Mao le dará al DIM estatus en la liga, y visión panorámica, pegada e inteligencia dentro de la cancha. Ah, y lo más importante: sentido de pertenencia. De cualquier manera, considero, con altas posibilidades de equivocarme, que hasta que el Poderoso no anuncie, al mejor estilo del Presi, una contratación en defensa de la envergadura de Mao o Daniel Torres, el equipo seguirá llegando a series decisivas, pero con desenlaces que no incluirán vueltas olímpicas en el estadio Atanasio Girardot. Follow @pabloriosg
Actualizado: enero 25, 2017 11:41 a. m.